lunes, 20 de octubre de 2008

La Casa Hogar de la Paz


“Sólo necesitamos un corazón para amar y dos manos para trabajar”

El hogar de los desamparados

Es la Casa Hogar de la Paz, ubicada en popular distrito de La Victoria de Lima, su sector es conocido como La Parada. Su fachada no tiene nada de especial, ni se distingue entre los demás edificios alternos con los cuales guarda en común lo despintado y grafiteado de sus paredes. Cualquiera que pase por en frente de esta casa se va de largo ya que, el panorama es gris y hostil. Vagabundos, ladrones, niños de la calle (pirañas), drogadictos, parias de la sociedad se ven a diestra y siniestra. Sus miradas se sienten incisivas desde cualquier ángulo, como queriendo dar a entender del peligro que corre cualquiera que no sea de por ahí. A ambos lados de cualquier calle hay vendedores ambulantes de un sin fin de artículos de dudosa procedencia. Las calles contienen un penetrante olor a orines y se puede ver basura por todos lados. Los jóvenes que nos acompañaban sentían mucho temor, igual que yo, pues nunca habían andado por estos rumbos tan olvidados. No obstante, esta casa hogar a la que quiero hacer referencia guarda una peculiaridad que la distingue dentro de tanta hostilidad. En efecto, es una casa que alberga a muchos ancianos y a niños enfermos, minusválidos y abandonados de la sociedad que reciben la cálida asistencia nada más ni nada menos que por las Hermanas Misioneras de la Caridad, fundadas por la bienaventurada Madre Teresa de Calcuta.

El despojo de la sociedad

La iniciativa por visitar esta casa fue de los mismos jóvenes que, curiosos e inquietos, tenían la finalidad de donar algunas bolsas de ropa, a la vez que querían conocer de cerca el desempeño que las Hermanas realizan en este albergue. Al entrar a la casa se puede ver un jardín al centro del claustro en cuyos pasillos laterales deambulan los ancianos internos, algunos aguardando su turno para su atención médica, otros buscando el saludo de los visitantes, otros sentados en sus sillas de ruedas tienen su vista perdida en cualquier parte. Una Hermana vestida con su clásico sayal blanco con franjas azules nos da la bienvenida, nos agradece la donación de ropa a la vez que nos invita a pasar donde está la capilla y las habitaciones de los niños internos en la planta alta. Después de hacer una oración en la capilla que es amplia y austera pasamos a atender a los niños. La mayoría no tiene la capacidad de raciocinio, no hablan ni controlan sus movimientos corporales, algunos tienen síndrome de Down. Solamente emiten gritos, risas desorbitadas y destilan mucha saliva. La mayoría está en silla de ruedas. Tanto ellos como los ancianos fueron abandonados inescrupulosamente a su suerte por sus familiares, pero rescatados por las hermanas cuya misión es servir a los más pobres de entre los pobres, aquellos a quienes la sociedad moderna margina y considera un despojo.

Compartiendo afecto

Nuestra labor con los niños consistió en tratar de hacerles un momento ameno, tratándolos como personas que son, jugamos con ellos, participamos de sus travesuras, pero sobretodo, compartimos un poco de afecto, que es lo que más importa, que sientan el calor humano de alguien que les considere como personas. Les dimos la comida en su propia boca con mucha paciencia, de la cual también tuvimos que echar mano cuando les cambiamos de pañal y de ropa al momento de asearlos para que pudieran descansar. Sucede que estos niños son muy inquietos y no se dejan atender tan fácilmente. Desde la planta alta podía observar a los ancianitos en sus sillas de ruedas abajo en el jardín a quienes se les provee de una pieza de pan y un vaso de leche para su cena. No falta algún voluntario que con ellos conversa o los pasea por los pasillos. Por la ventana que da a la calle vi a unos "pirañas" corriendo locamente debido a un robo que acababan de cometer. Esto ha de ser cosa de todos los días, pensé yo, mientras le cambiaba de ropita a un niño en cuyo cuerpo eran evidentes las cicatrices de serias quemaduras.

A uno de los jóvenes que nos acompañaban le pregunté que si cómo se sentía, a lo cual contestó que se sentía muy asombrado, que jamás imaginó encontrar algo así, apenas si encontraba palabras para expresarse en tanto que limpiaba el piso con una franela. Para los demás jóvenes la experiencia es nueva, no podían ocultar su asombro. Algunas chicas no sabían cambiar pañales, ésta fue su primera experiencia.

Personas voluntarias

Me llamó la atención el hecho de que varias personas, hombres y mujeres cooperan con las Hermanas como voluntarios, ayudan en la cocina, en dar de comer a los internos, en asearlos, en compartir su tiempo con ellos. Una joven de nombre Janeth me dijo que ella lleva cerca de tres meses como voluntaria. Ella es catequista. Cuenta que los jóvenes de su parroquia una vez acordaron visitar la casa hogar, pero tan solo se animaron dos, ella era una, la otra después desistió. Tan sólo ella quedó sensibilizada ante la situación de los internos, en especial de los niños a quienes atiende como si fueran sus hermanitos. Ella tan splo ayuda los sábados, ya que trabaja, y el tiempo apenas le ajusta. Sin duda que es de admirar su caridad como la de tanta gente que generosamente coopera en la asistencia de esta casa.

Generosidad vs mezquindad

Sí, aquí en la Casa Hogar de la Paz, en lo escondido y oculto de este barrio que es famoso por su inseguridad, se prodiga una mayor muestra de amor al prójimo más desamparado. Es como un oasis dentro de un desierto poblado de aullidos. Aquí se vive el amor concreto y real ante la palabrería de quienes dicen luchar por la verdad y la justicia, mientras que son incapaces de ver a su lado a personas con rostro y nombre que sufren la peor de las humillaciones: la indiferencia. En este lugar se puede palpar el amor generoso, desinteresado y puro, opuesta al amor mezquino de una sociedad consumista y vanidosa, que sólo valora a las personas en la medida de su utilidad práctica.

“El mayor pecado: la indiferencia”

De una de las paredes cuelga una frase de la Madre Teresa de Calcuta: “El mayor pecado: la indiferencia”. En torno a esta frase se puede decir mucho, sacar conjeturas, deducir consecuencias etc., pero creo que la Madre Teresa no formuló esta frase para seguir multiplicando las palabras sino para sensibilizarnos y ponernos a actuar pero ya a favor de nuestros hermanos más pobres. ¿Y qué se necesita?, como respuesta las hermanas tienen otra frase que cuelga de otra pared: “Sólo necesitamos un corazón para amar y dos manos para trabajar”.

Eutico (sobre la ambigüedad)

Por: P. Gaetano Beltrami, mccj.

San Lucas (Hch 20, 7‑12) cuenta un episodio que dejó una profunda huella en su vida de evangelizador.

Pablo había llegado a Tróade para despedirse de la comunidad. Pero, durante la celebración de la Cena del Señor, la charla se alargó hasta media­noche. Un joven, sentado junto a la ventana, se quedó dormido y cayó al vacío, muriendo inmediatamente. Aunque el accidente no deja de ser impresionante, lo más importante es su significado formativo y su aplicación a la tarea evangelizadora.

Todo el relato está marcado por los contrastes que se oponen: la oscuridad de la noche se extendía afuera, mientras que la sala de reunión estaba iluminada por muchas lámparas. Adentro se encontraba la comunidad escuchando la palabra de Dios, mientras que afuera reinaba la soledad y el silencio de la noche quizás interrumpido por los rumores y músicas de alguna fiesta o de bailes).

Eutico - así se llama el protagonista de este drama - era un joven tan atrevido como imprudente, que en vez de sentarse como todo mundo, lo hizo en el filo de la ventana que miraba tres pisos abajo. Por lo tanto, no estaba ni adentro ni afuera. La mitad de su cuerpo era iluminada por las abundantes lámparas de la sala, pero la otra mitad permanecía en la oscuridad. Con un oído escuchaba la palabra que se predicaba y con el otro prestaba atención a lo que pasaba afuera. Era parte de la comunidad, pero al mismo tiempo no pertenecía totalmente a ella.

A medida que pasaban las horas, en vez de que Pablo terminara de contar las maravillas de Dios, alargaba su discurso. Eutico, que se interesaba sólo parcialmente en la reunión, se aburrió, comenzó a cabecear y a dormitar, pues "un profundo sueño lo iba dominando". Estaba perdiendo la primera bata­lla: ya no tenía conciencia de lo que pasaba a su alrededor. Cada vez escucha­ba menos la Palabra por la simple razón de que no estaba ni adentro ni afuera. El grave problema de Eutico era la AMBIGÜEDAD y la INDECISIÓN: quería dos cosas a la vez, sin decidirse por ninguna de ellas.

Por fin Eutico se quedó dormido en el filo de la ventana y perdió el equilibrio, desplomándose hasta el suelo. Y curiosamente, en vez de caer hacia dentro de la sala donde se celebraba la Cena del Señor, se fue al vacío, tres pisos abajo. Tal vez porque todo el que se "duerme" se inclina más hacia afuera que hacia la comunidad. Obviamente, Pablo interrumpió la predicación, al mismo tiempo que todos los que dormitaban se despertaron con sobresalto.

Cuando Eutico dejó de escuchar la Palabra, se quedó dormido. Todo aquel que cierra sus oídos a la Palabra, se duerme. Si toda la mente, todo el cora­zón y todas las fuerzas no están escuchando y acogiendo la Palabra, uno se duerme irremediablemente, porque tarde o temprano "las preocupaciones de la vida, la concupiscencia de la carne y el afán de las riquezas" (parábola del sembra­dor) asfixian la semilla de la Palabra. Lo que el mundo o la sociedad actual ofrece al joven, con sus atracciones y seducciones, de modas y mujeres, de dinero, de éxito a toda costa o de poder y de vida fácil, atrapan poco a poco, si uno no está más que despierto y crítico en cada instante.

Tal vez Eutico no era el único que dormitaba esa noche, pero su problema se agudizó por el lugar que había escogido para sentarse: UN POCO ADENTRO Y UN POCO AFUERA. Ni pertenecía a la comunidad, ni se decidía abandonarla. Su mente y su corazón estaban divididos, queriendo procurar dos cosas al mismo tiempo. Pero "no se puede servir a dos amos al mismo tiempo" dice Jesús.

Quien vive de esta manera, es como quien se sienta en el filo de la ventana: es decir, arriesga su vida inútilmente. Quien no escucha con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas la Palabra de Dios, se duerme, porque no permite que la semilla de la Palabra penetre en lo más profundo de su conciencia.

El drama de nuestro tiempo radica en que a la gente le gusta sentarse en esa ventana: es decir, querer dos o más cosas a la vez, sin poder decidirse definiti­vamente por una de ellas. Y lo peor es que hoy a muchísima gente ni le intere­sa decidirse definitivamente por una, unificando así toda su vida. Se ilusiona poder disfrutar de todas y al final se encuentra cada vez más insatisfecha. En particular, muchos jóvenes se duermen con una droga o con el alcohol, se duermen por la filosofía de la New Age, o son adormecidos por el materialis­mo y el sensualismo que insensibilizan ante las necesidades de los hermanos.

Es un problema que debe interesar a todo evangelizador y a quien se prepara a serlo: la gente que le gusta sentarse en la ventana = quienes desean seguir a Cristo, pero que no están dispuestos a renunciar completamente al mal y al egoísmo personal (pecado); aquellos que dicen querer servir al Señor, pero que al mismo tiempo pretenden servirse de El; los que condicionan su entrega o siguen coqueteando con los criterios del mundo y de sus atracciones que crean dependencias inevitables; en fin, todos aquellos que quieren servir a dos señores... Pero la conversión ha de ser radical o no es conversión: o se entra plenamente a la luz, o es mejor quedarse afuera: o frío o caliente porque los tibios son vomitados por la boca del Señor. El tesoro escondido sólo se adquiere cuando se vende TODO con alegría, para comprar el campo. La perla preciosa cuesta TODO, no importa si es mucho o poco, con tal que sea TODO.

Nosotros también somos desafiados por la Palabra de Dios: no nos sentemos en la ventana, si queremos anunciar a otros el Evangelio. Si queremos entregarle nuestra vida al Señor, no consintamos darla a medias. Debemos detectar si hay algo que queremos apartar para nosotros mismos y no va con el don total de nuestra vida al Señor, especialmente en una vocación tan comprometida como la nuestra. No se puede poner la mano en el arado y volver la vista atrás. La entrega es total y para siempre, no a medias o con cálculos humanos que sólo mantienen en el miedo y en la constante indecisión.

Cuenta la Palabra que Pablo resucitó a Eutico. El apóstol, acompañado por el joven recién vuelto a la vida, regresó a la sala, para continuar na­rrando los prodigios del Señor en su vocación misionera. Ya no se nos precisa dónde se sentó Eutico, pero de una cosa podemos estar seguros: que no se sentó en esa peligrosa ventana. O quizás, más todavía, ni siquiera se volteaba a verla. Tal vez escogió el lugar opuesto y ya no se distraía lo más mínimo de las Palabras del apóstol, hasta el amanecer. Probablemente otros tenían sueño, menos uno: Eutico.

Eutico ‑ cuyo nombre significa "afortunado" ‑ ha sido en verdad un joven afortunado, con mucha suerte. La noche en que cayó de la ventana había una comunidad escuchando la Palabra de Dios y un evangelizador que la predicaba con el poder del Espíritu. De otra forma este joven hubiera pasado a las estadísticas como uno más de los que mueren en un accidente. Sin embargo, se integra a la historia de la salvación, dejando un mensaje muy claro para todos los que se duermen por ambigüedad o indecisión personal en su entrega: que nunca lo hagan al filo de esa ventana.

Sobre el Conflicto Armado Interno en Perú 1980-2000

Antes de hacer referencia al terrorismo situándome en el lugar de las víctimas y por proponer sugerencias hacia el futuro, como no-peruano que soy, expondré el conocimiento que sobre el terrorismo tenía en mi país gracias a los medios de comunicación, por contribuir así con una óptica de quien percibió algo del conflicto desde fuera.

Soy mexicano, y todavía tengo el recuerdo de que por los noticieros llegaba a enterarme algo del terrorismo que sufrió este país hermano entre los años 1980-2000. Ciertamente que no sabía gran cosa del acontecimiento: las causas que propiciaron semejante violencia tan prolongada, los métodos de ataque implementados por las partes involucradas, las graves violaciones de los derechos humanos y mucho menos del gran abismo étnico-cultural y socioeconómico que atraviesa el país.

Algunas personalidades ya me eran conocidas, como: Alan García, Alberto Fujimori y Abimael Guzmán. De los grupos terroristas sabía los nombres de: Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). Por esos años era común ver por televisión los daños causados con coches bombas que se hacían estallar y los enfrentamientos entre Fuerzas Armadas (FFAA) y terroristas aquí en Perú, así como hoy en día es tan común saber de la violencia escalonada en Irak.

Recuerdo algunos acontecimientos particulares de los que me enteré por los medios: elección y reelección como presidente de Alberto Fujimori y su autogolpe de Estado, así como su renuncia a la presidencia desde Japón después de su segunda reelección, la captura de Abimael Guzmán y la crisis en la embajada japonesa por el MRTA.

De la participación de la Iglesia en el conflicto a favor de la justicia y la paz nada llegué a saber por ninguno de los medios, tan sólo noticias espúreas que no comunicaban la sustancia de los hechos violentos. Lo cual no quiere decir que no hubieran cristianos comprometidos arriesgando la vida a favor de las víctimas. Esto nos indica del control que algunos grupos de poder ejercen sobre los medios de comunicación tergiversando la comunicación según intereses particulares.

Ahora, a dos años de mi permanencia en Perú, he tenido la oportunidad de saber un poco más acerca de este doloroso conflicto que sufrió el país y cuyas heridas aún no han sido sanadas totalmente dado que aún hay muchas víctimas que esperan justicia. Llegué a Lima en julio de 2004 y al mes siguiente se conmemoraba el primer aniversario del informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR). Fue cuando en adelante busqué informarme acerca de la violencia terrorista por ponerme a la vez al tanto de la realidad nacional.

En verdad me apena saber que un conflicto que duró veinte años, que debería estar aún fresco en la memoria, parece que para una gran mayoría de peruanos y peruanas ha pasado desapercibido, es más, creo que tiende a olvidarse. Veo aquí un signo de las polarizaciones de los grupos étnicos quienes no han sido integrados como en un solo cuerpo en esta nación respetándose y valorándose sus culturas. Dado que el 75% de las víctimas eran quechuhablantes y otras etnias, por la gran marginación en que estos grupos se encuentran, lamentablemente pasaron desapercibidas para las autoridades competentes y la sociedad en general.
Ahora tan sólo me limitaré a desarrollar algunos puntos que, entre otros, a mi parecer dieron de manera especial cuerpo al terrorismo: pobreza, grupos terroristas y FFAA, crímenes y segregación cultural.

1. La pobreza extrema siempre será caldo de cultivo de conflictos armados, dado que, en primer lugar, ella es fruto de la desigualdad económica y de oportunidades, por el beneficio de unos cuantos en perjuicio de una gran mayoría, como es el caso del Perú. Ahora bien, la pobreza no sólo se reduce a lo económico, ella también es reflejo de la ignorancia de un pueblo, especialmente de las masas, las cuales bien pueden ser manipuladas ideológicamente por un partido o caudillo que les ofrece en modo demagógico resolver de la noche a la mañana sus problemas básicos. Esta desigualdad económica, así como la pobreza y la ignorancia, aunado a la segregación étnica (no olvidemos que la mayoría de víctimas eran quechuahablantes que vivieron en condiciones de pobreza) bien pueden ponerse por detonantes que contribuyeron a la creación del conflicto.

2. Los grupos terroristas como el Sendero Luminoso, cuyo cabecilla era Abimael Guzmán, y el MRTA, por imponer su ideología cada cual declaran la guerra a un gobierno elegido democráticamente. Ellos bien supieron aprovechar las condiciones de miseria en que vivían especialmente la gente de la sierra y la selva, así como la ignorancia en que se hallaban tan sólo por ganarlos para su causa, unas veces demagógicamente, otras veces por la fuerza. Las FFAA, así como las fuerzas policiales de algún modo contribuyeron a empeorar el conflicto al hacer un uso desproporcionado de su autoridad incurriendo en violaciones de derechos humanos incluso de gente inocente. De modo que la gente llegó a encontrarse entre la espada y la pared, por un lado los grupos terroristas, y por otro las FFAA.

3. Por crímenes entendemos todos aquellos actos que violan o envilecen la dignidad de la persona humana, especialmente aquellos que afectan la integridad de la persona en su totalidad como secuestros, torturas y asesinatos. Estos actos repugnantes se vieron favorecidos toda vez que contribuyó a ello la indiferencia del gobierno en turno por considerar el conflicto como un caso aislado en algún punto de la serranía. Cuando el conflicto se agrava, las FFAA toman tanto poder que de modo indiscriminado contribuyen a aumentar la violencia.

4. La segregación cultural se evidenció tajantemente a merced del conflicto terrorista ya que un sector de la población nacional vio con indiferencia el conflicto que se vivía con mayor crudeza en la serranía y en la amazonía como si no fuera de su incumbencia aunque el conflicto se realizaba en el mismo país. Esta segregación queda todavía confirmada por la tendencia a olvidar estos años de terror, como si la idea fuera que, “esto le pasó a ellos, no a nosotros”.

Si en tal contexto de segregación, exclusión y pobreza me sitúo en el lugar de las víctimas me vería necesariamente abocado a defender mi vida, mi familia y mi patrimonio, aún mediante la fuerza, cuando las autoridades que deberían velar por mi seguridad me han abandonado e incluso sin fundamento alguno sospechan de mí, y más aún cuando me encuentro a merced de grupos terroristas. Como sugerencia en vista al futuro bien podrían venir programas de desarrollo para las comunidades indígenas que son las que más sufrieron con el fin de abatir el rezago en que se encuentran y poder incluirlas en un proyecto de nación. Además, que se siga manteniendo viva la memoria y el deseo por hacer justicia a las víctimas.

El fundamentalismo

En esta síntesis presentaremos rasgos que consideramos característicos de la corriente del fundamentalismo, que, hoy día cobra mucha fuerza por la necesidad de muchas personas de encontrar certezas que le brinden seguridades ante un mundo posmoderno plural, abierto, crítico, pero relativista, que parece haber perdido el rumbo y la estabilidad generando así un cierto vacío existencial. El fundamentalismo busca cubrir ese vacío dando acogida en grupos sectarios y elitistas donde la gente se pueda sentir identificada y en familia.

El fundamentalismo nace en occidente por reacción a la modernidad que ensalza la libertad individual y que acuña un pensamiento crítico acerca de lo que hasta entonces se tenía por valores o verdades absolutas. Rechaza la modernidad en cuanto su mentalidad abierta y plural, pero acepta su avance tecnológico el cual usa para sus intereses particulares e ideológicos.

Pero ahondemos un poco más para descubrir a partir de dónde se halla la fuente que origina esta reacción de mentalidad obtusa, cerrada y estática como es el fundamentalismo. Podemos remitirnos hasta los albores de la edad moderna, siglo XV. La modernidad puso en crisis el mundo medieval teo-céntrico en que la religión mediante la fe, los dogmas y la autoridad imponía una visión determinada del mundo. La modernidad acentúa la facultad de la razón (racionalismo) para explicar el mundo mediante datos experimentables y verificables. Así, el andamiaje de la religión poco a poco se viene abajo ante los argumentos sólidos del racionalismo y la ciencia experimental. Paulatinamente se impone un estilo de vida secularista que hace a Dios de lado cuando no le ha dado muerte. Pero la ausencia de fe a muchos a llevado al vacío existencial, los ha dejado sin norte alguno. Ello ha provocado que grupos tanto religiosos como políticos y económicos muy fuertes busquen el retorno al poder y a la seguridad que en otros tiempos daba la religión.

La modernidad dará paso a la posmodernidad, el tiempo que hoy día vivimos. La posmodernidad crea una sociedad fragmentaria y fuertemente individualista ante la decepción de las utopías de la modernidad que no llegaron a concretarse (la tríada de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad; la sociedad sin clases del marxismo). Más bien, tanto avance tecno-científico y político-económico, orgullo de la civilización occidental, había degenerado en dos guerras mundiales en la primera mitad del s. XX. En la posmodernidad ya no se buscan verdades absolutas ni planes a largo plazo, más bien, se busca solo el consumo y el placer al máximo. Solo importa el bienestar personal. Todo es relativo. No hay espacio para una realidad trascendente y la vivencia de una seria espiritualidad. Sin embargo hay mayor conciencia de la promoción y la defensa de los derechos humanos. Surgen grupos ecologistas que crean conciencia sobre el cuidado de la creación, las ONG’s buscan crear solidaridad más allá de las propias fronteras, etc.

De la mano con la posmodernidad viene la pluralidad que da cabida a un sin fin de propuestas. Rechaza lo absoluto y dogmático. Pero el hombre no queda en paz si no halla certezas, los fundamentos que den estabilidad a su vida. El modernismo no garantiza la estabilidad por ser fluctuante en sus propuestas. Es entonces cuando el fundamentalismo se alza salvador ofreciendo certezas y seguridad, ¿el precio? la libertad, de pensar y decidir.
El fundamentalismo puede ser religioso, político, económico, cultural, etc. Los grupos fundamentalistas van moldeando en sus miembros una personalidad de sometimiento de tal modo que cada uno llega a presentar las siguientes notas:

Apela a la autoridad (líder, jefe, libro sagrado, tradición). Es débil para decidir por sí mismo, pone la responsabilidad en otros.
Sataniza el mundo moderno y añora el pasado como el mejor de los mundos.
Se halla bajo el poder de un líder megalómano cuya autoridad es incuestionable.
Se diluye en grupo, pierde identidad propia y adopta el estilo de ser del grupo.
Confunde verdad (que es cuestión de convicción) con certeza (que es demostrada científicamente).
Al no contar con argumentos racionales descalifica al otro. Es dogmático y emocional. Se cree dueño de la verdad.
Ve la historia como algo estático: ya todo fue dicho. No hay nada que cambiar.
Es simplista, todo lo ve o bueno o malo. Se define a partir de un enemigo que combate insistentemente.
Hace un fuerte uso de los medios de comunicación social para imponer sus ideas.
En lo religioso apela a un libro sagrado cuya interpretación única y válida es la del líder quien supuestamente está bajo la inspiración de Dios.
En el cristianismo toma la Biblia como Palabra de Dios de modo literal. En ella todo lo ve histórico, no hay crítica ni exégesis.
Mediante la religión encubre una ideología, prima más la doctrina que la fe. Presenta una peculiar imagen de Dios.
Predica más el demonio y la condenación que la misericordia de Dios y la salvación.
No se compromete con la justicia social, solo busca “salvar su alma”.
Su moral es muy rigurosa cuya sexualidad es puritana y escrupulosa.
Absolutiza la ley en detrimento de la compasión.

Convendría al final de esta síntesis hacernos la pregunta si se puede ser cristiano y fundamentalista a la vez, por la idea extendida de que el fundamentalismo tiene que ver más con la religión.

En el cristianismo a lo largo de su historia han existido fuertes ideas fundamentalistas (pensemos en la imposición del cristianismo en las naciones conquistadas y en la idea no muy lejana de que fuera de la Iglesia no hay salvación), que si ciertamente obedecían a otros contextos históricos, no legitimaban por ello el cometimiento de abusos, máxime cuando el cristianismo tiene por tarea primera de llevar el amor de Cristo y su mensaje de salvación a todo el mundo, no la espada de leyes mezclada con intereses particulares.

Consideramos que no se puede ser a la vez cristiano (pero cristiano auténtico) y fundamentalista, porque el cristiano debe verse movido por la libertad de los hijos de Dios en el seguimiento fiel de Cristo en vistas a la consecución y vivencia de los valores del Reino y las bienaventuranzas (Mt 5.1-12). En cambio, el fundamentalista es rigorista, sectario y legalista, esclavo del grupo que lo absorve, es implacable al condenar. Cristianismo y fundamentalismo se excluyen. El fundamentalista renuncia a su libertad a cambio de seguridad. El cristiano, por su parte, es libre y responsable de sus decisiones, pues Cristo nos ha liberado para vivir en libertad (Gál 5 ss).

Al grupo juvenil JCBC

A propósito de la pascua de resurrección 08/04/07.

Al grupo Jóvenes Combonianos en busca de Cristo.

Queridos jóvenes:

Quiero compartir con ustedes una carta que envié a uno de mis sobrinos que tiene 20 años de edad. Tuve que hacerle algunos cambios para adaptarla a ustedes. Espero que les sea de mucho provecho, y por qué no, algún día poder comentarla en el grupo.

El ser humano es siempre perfectible, se puede llegar a ser grande en la vida, tan sólo hay que proponérselo. Pero debe haber algo que nos atraiga para tender hacia la perfección en la vida, y ese algo debe ser el amor, pero empezando por el amor a uno mismo, reconociendo nuestra dignidad como personas humanas que somos, pues no somos cualquier otra cosa sino hijos de Dios que nos ha creado a su imagen y semejanza.

Igualmente importante es el amor al prójimo, a nuestros semejantes, sólo nos realizamos como personas cuando entramos en contacto con los demás. Las relaciones interpersonales nos enriquecen mucho, nos ayudan a reconocer nuestros defectos y a reconocer nuestras virtudes, incluso las que desconocíamos. La persona se siente absolutamente sola cuando no tiene con quien interactuar, además, se empobrece. El amor trasciende todo, nosotros como personas sólo descansamos en el amor, cuya única fuente se encuentra en Dios-Amor (1 Jn 4,8). Es decir, nuestro amor no se agota en esta vida, sino que espera ser colmado en su totalidad cuando tengamos ese encuentro con Dios después de esta vida, entonces le veremos a Él cara a cara.

También el amor por la vida, es otro factor importante, hay que ver la vida como un don de Dios, nada hicimos por merecerla, tomémosla como un reto para gozar al máximo dedicándonos en algo provechoso que dé frutos agradables, si Dios nos dio la vida no es para que la desperdiciemos, sino para que disfrutemos de la bondad de su creación participando en su obra creadora mediante el trabajo honrado.

En este mundo donde el amor se vuelve mezquino y se pone en venta por nuestro egoísmo e interés, debemos dar muestras de nuestra fe en el amor de Dios que se nos manifestó con totalidad en la persona de Cristo, que es camino, verdad y vida, la solución a nuestros males, la fuerza que nos impulsa a enfrentar la vida siendo alegres y valientes con fe, esperanza y amor. Él también nos dará la humildad al contemplarlo en la cruz para perdonar las ofensas que hemos recibido, porque no hay mejor sanación para la persona que vivir sin odios, sin rencores, buscando ante todo la unidad y la paz.

Jóvenes, tengan ánimo y sigan adelante. Busquen ser personas de provecho, no sean del “montón”. Destáquense con ese potencial de juventud que Dios les ha dado, háganlo ahora que gozan de un gran tesoro: la juventud. El tiempo se acaba, no regresa y no perdona. Así que, vamos. Comenta este mensaje con tu familia y amigos, medítalo. Busquen el consejo de gente prudente y, atentos, aléjense de malas compañías, que, como manzanas podridas tan sólo buscan pudrir las manzanas buenas que son ustedes.

Ánimo, tengan fe y no tengan miedo, el Señor está tan cerca de nosotros como no imaginan, ustedes son muy valiosos para él y espera la respuesta de cada uno de ustedes. Hazlo por ti, vale la pena.

Con gran estima, su hermano: Fernando Cortés Barbosa, mccj.

Misión en Sanagorán

El día 13 de enero del 2005 arribaron a esta provincia de Huamachuco los Misioneros Combonianos Wiesiek Jozef (polaco) y Fernando Cortés (mexicano) con el objetivo de apoyar la pastoral en la parroquia de Sanagorán. A dos meses de permanencia en dicha parroquia, durante los cuales pudieron visitar algunos caseríos para ejercer su labor pastoral, ellos nos comparten sus impresiones de la experiencia que tuvieron:

Hemos visitado los caseríos de Sanagorán, Ventanas, El Marco, La Yerbabuena, Cazaña, Hurán, Challuate, Chuyugual, Corral Grande, Cushuru, Pampa Verde y Peña Colorada. Percibimos gran hospitalidad de parte de los habitantes de la sierra, generosidad en el trato y esa sencillez característica de la gente campesina que invita a olvidarse de todo protocolo y a proceder sin tanta complicación; además, notamos con agrado los esfuerzos que se hacen en algunos caseríos por demostrar sentido de comunidad, por ejemplo, en la construcción de capillas, en realización de faenas para el provecho de toda la comunidad y en la organización comunal para estar comunicados mediante los catequistas y agentes tenientes, éstos también cubren la labor de seguridad.

Cuando llegábamos a un caserío lo primero que hacíamos era localizar al catequista, de quien obteníamos información acerca de la comunidad y de la situación pastoral de la gente, él se encargaba de comunicar nuestra visita y de reunir a la gente en la capilla. En ocasiones era imposible localizar a algunos catequistas porque por motivos económicos emigraban a otro lugar a trabajar, o porque vivían muy lejos de la comunidad o simplemente andaban de visita en algún caserío. Llegamos a notar con gran pena que algunos catequistas no cumplen debidamente con su función o tienen problemas con la gente; mientras que, otros por más ganas que le quieran poner a su ministerio no reciben el debido respaldo de su gente.

Nuestra labor primordial fue la impartición del sacramento del bautismo, lo cual nos dio pie para hablar en las reuniones pre-bautismales acerca del don de Dios manifestado por este sacramento, pero haciendo hincapié en el deber o el compromiso que se adquiere al recibir el agua de regeneración: el testimonio del amor al prójimo y la solidaridad por el Reino. Insistimos que este compromiso lo adquieren primeramente los padres y los padrinos, ya que son los responsables de la educación cristiana de sus hijos para que éstos el día de mañana sean los buenos cristianos y ciudadanos que tanto necesita nuestra Iglesia y nuestro País.

Mucho nos ha impresionada la pobreza, la ignorancia y la exclusión en que vive la gente de los caseríos de la sierra, las nulas posibilidades que tienen para lograr un digno nivel de vida a falta de educación de calidad, de alimentación balanceada, de incentivos para sus cultivos, de infraestructura sanitaria, de caminos en buen estado, de programas de vivienda digna; y si a todo ello le aunamos el ya conocido problema político con el alcalde de Sanagorán la situación de estos caseríos se torna todavía más desesperanzadora, y basta con citar un ejemplo:

Mientras estábamos en Ventanas ocurrió un caso que difícilmente lo olvidaremos. Un niño de diez años tuvo un accidente mientras pastoreaba sus ovejas, una gran piedra le cayó en la pierna dañándole gravemente el hueso (tibia) Los papás, ignorantemente, tan solo aplicaron a la pierna del niño un pedazo de tela caliente, lo cual contribuyó a perjudicarla aun más. No fue sino hasta el siguiente día en que los papás decidieron llevarlo a la posta médica donde el personal de salud con gran empeño, pero también con grandes limitaciones materiales, dieron lo mejor de sí por mejorar la salud del niño. El niño unas veces lloraba, otras veces valientemente soportaba su dolor ante la impotencia de sus padres, del personal de salud y de nosotros. Había una gran desesperación en todos ya que, era urgente una ambulancia para trasladar al niño hasta Huamachuco, pero era de noche, hacía mucho frío, estaba lloviendo y el camino era intransitable. Afortunadamente, por radio, la enfermera de Ventanas logró comunicarse con su colega de la posta de Sanagorán -donde sí cuentan con una ambulancia- quien de inmediato junto con otras personas que le acompañaron emprendió la odisea de trasladarse hasta Ventanas, y, a como estaban las circunstancias climáticas y geográficas se calculaba su arribo entre cinco y seis horas ¡hasta media noche! En vano fue la espera porque no llegaron a la hora contemplada, sino hasta las 8:00 de la mañana del día siguiente, empapados, con frío, con hambre y cansados. Sucedió que por lo intransitable del camino debido a la lluvia no pudieron avanzar más. Al poco tiempo, gracias a Dios, la ambulancia partía para Huamachuco con el niño y sus papás.

Durante todo este episodio vivimos mucha tensión y en carne propia sentimos la exclusión y la falta de medios que se requieren para emergencias como éstas donde un niño por poco más y pierde su pierna. En torno a esta tensión, es de alabar el trabajo de muchas personas que trabajan sirviendo a esta gente que vive en la total pobreza, aún con escasez de medios, sorteando toda clase de dificultades. Para ellos nuestro reconocimiento. Nos fue muy edificante estar al lado de estas personas. Sin duda que servicios como éstos no sólo deben ser motivados por la obtención de un salario, sino, sobretodo por un gran amor al servicio de los más pobres.
Es menester hacer mención de las bellezas naturales que encontramos en todo el distrito de Sanagorán, empezando por su capital distrital del mismo nombre, que brinda un clima benigno y da una tentación escalar sus cerros o pasear por la ribera de su río hasta encontrar una magnífica cascada río arriba. Las impresionantes punas de Ventanas que al ser bañadas por los rayos del sol reproducen distintas tonalidades del verde pasto y a cualquiera hace sentir insignificante. El vigoroso río de Chuyugual con algunos remansos que invitan a la quietud del alma y a reposar sobre su ribera. La cadena de bellas montañas que van desde Pampa Verde a Peña Colorada pasando por Corral Grande y Cushuru son un reto para cualquier expedicionario y ocasión de encuentro con uno mismo, para entregarse a la contemplación y al silencio.

Para nosotros misioneros esta experiencia ha sido muy significativa ya que, hemos aprendido mucho de la gente que, a pesar de su pobreza no dejan de trabajar, de subir y bajar montañas, de forjar una comunidad organizada porque su esperanza tal vez sea lo último que muera. En ellos verdaderamente se refleja el rostro de Cristo que sufre y que a todos debe interpelarnos para que nos hagamos solidarios con los más pobres, con ellos que están fuera de todo proyecto y que no gozan de las comodidades del mundo moderno. Todo ello hace que una vez más refrendemos nuestro compromiso de trabajar por la extensión del Reino anunciando el Evangelio.

Para finalizar queremos agradecer al hermano Mario Vidori por la invitación que nos hizo para venir a compartir la fe con la gente más sencilla. Agradecemos también todas sus atenciones y por estar al pendiente de que en todo momento nuestra labor misionera marchara sobre ruedas. También agradecemos a personas que nos brindaron su apoyo y amistad, en Huamachuco: Naya y Flor. En Ventanas al personal de la posta médica: Ana, José Luis, Jorge y Alicia. En Cushuru: Janeth y doña María. Son tantas personas a quienes tenemos que agradecer, a todas ellas que Dios las colme de bendiciones

Experiencia misionera en Huamachuco, La Libertad, Perú

Mi experiencia de misión durante este verano de 2007 la llevé a cabo en la prelatura de Huamachuco que se encuentra en la sierra liberteña, al norte del Perú, más concretamente en el Distrito de Sarín, cuya parroquia Virgen de la Natividad es presidida por el padre Antonio Campos Castillo.

Ya es una costumbre que los Misioneros Combonianos año tras año participemos en esta prelatura en el área de la evangelización según el carisma de nuestro fundador san Daniel Comboni, que no es otro más que el anuncio del Reino en poblaciones donde la Iglesia es inexistente o donde aún no está suficientemente consolidada, situación que por lo general existe entre los más pobres, pobres no tanto en lo material cuanto en el conocimiento de nuestro Salvador Jesucristo.

En esta misión participamos tres hermanos: Alfred (Uganda), Guillermo (Costa Rica) y un servidor, Fernando (México). Nuestra labor evangélica consistía en estar lo más posible cercanos a la gente mediante la convivencia cotidiana, en animarlos a mantener unida su comunidad como hermanos en Cristo e hijos de un solo Padre y en alertarlos sobre las sectas que van en crecida por toda la región que imponen el evangelio a base de miedos aprovechándose de la sencillez de la gente.

El sacramento del bautismo era muy requerido por la gente, pero no eran pocos los que veían el sacramento con un interés para poner sus documentos de identidad en orden y así poder inscribirse en el programa de gobierno “Juntos” que da 100 soles al mes a los más pobres. “No olviden que el bautismo no es un simple requisito –no me cansaba de decirles—, sino que es un sacramento por el cual recibimos la gracia de la salvación y nos hacemos hijos e hijas de Dios por los méritos de Jesucristo. Respondamos a esta gracia con un mejor testimonio de vida en el amor y en el servicio generoso como nos enseñó Jesús, trabajando unidos por el bien de nuestras comunidades y de las futuras generaciones”.

Una de las labores fundamentales que llevamos a cabo, como hacemos cada vez que visitamos esta porción de la sierra liberteña, es la impartición de un curso para catequistas de las parroquias de Marcabal, Sanagorán y Sarín con duración de cuatro días. Esta vez la sede fue en Sarín. Buscamos que los catequistas, dentro de su sencillez, puedan crecer en conocimientos de Biblia, liturgia, espiritualidad, realidad social, derechos humanos, organización eclesial, etc. Todo ello con el fin de que puedan brindar en sus comunidades un servicio más cualificado como pastores de sus caseríos donde algunos llegan a ser auténticos líderes.

Ya es la cuarta vez que visito los caseríos de la prelatura, y no deja de llamar mi atención la extrema pobreza en que vive su gente, que para sobrevivir tienen que emigrar a las ciudades o esperar algún programa paternalista que con dádivas les haga pensar que todo irá mejor en un mañana no muy lejano que nunca termina por llegar. Sin embargo, es en medio de esta pobreza donde Dios más se manifiesta. La gente nos enseñó su hospitalidad, su trato sencillo y cariñoso y a sonreír aún en la fatalidad de un destino incierto, porque aquí la vida se gana –y también se disfruta-- día a día.

Una vez más quedo con la sensación de que Dios está de modo preferente con los sencillos, en quienes no tienen más auxilio que el nombre del Señor, cuyas ilusiones sirven de promesas falsas para los oportunistas que no faltan por estas tierras y que se enriquecen a costa de los pobres.

Yo termino tan sólo pidiendo una gracia: que la sencillez y la bondad de los pobres nos muevan como pastores y pastoras a ser más generosos en nuestro servicio apostólico. Así sea.

El amor como demonio

Gabriel García Márquez en su novela Del amor y otros demonios parece que no busca otra cosa que presentar el amor como un demonio. Sin embargo, no creemos que el nóbel colombiano pretenda desacreditar el amor, sino por el contrario, por la trama misma de su obra nos presenta el amor como el motor de la vida que se manifiesta en el drama de sus personajes haciéndolos experimentar tanto alegrías como penas. ¿Pero acaso puede el amor ser fuente tanto del gozo como del sufrimiento? La contradicción que encierra la pregunta nos lleva a cuestionarnos en última instancia si en verdad, como creemos supone el autor, el amor sea un demonio. No pretendemos por el momento otra cosa sino ofrecer una posible respuesta a partir de los personajes que nos presenta la novela. Sin más preámbulo aproximémonos a la obra.

Nos situamos en alguna ciudad sudamericana de la colonia española no antes del XVII, sino después, o bien, a mediados de ese siglo porque el Padre Cayetano Delaura cita los versos de Garcilaso de la Vega que vivió a principios de dicho siglo. El ambiente colonial todavía resiste a ceder las glorias medievales ante el paulatino avance del modernismo. La Iglesia cuenta con un fuerte control de censura mediante el cual impide la circulación de ideas modernas. Por ello, el doctor Abrenuncio, hombre ilustrado y de ideas progresistas, era visto con mucha sospecha por un mundo cuya mentalidad aún era todavía muy estrecha y jerárquica.

Iglesia, Estado y sociedad eran un todo. Lo que estuviera al margen de esta tríada era visto bajo sospecha y censura. Por ello mismo, no se toleraban librepensadores como Abrenuncio. Además, todo acontecimiento que no tuviera explicación bajo los estrechos márgenes del dogmatismo y la ciencia medieval, era calificado como obra del demonio, con lo cual se justificaban las inclementes prácticas de los exorcismos, como la que tuvo que padecer Sierva María sin necesidad alguna según la razón moderna. En esta sociedad teocrática era práctica común el comercio de esclavos traídos de África. Los esclavos laboraban tanto en trabajos rudos como en los domésticos, y una de las labores domésticas era el servicio en las casas de las grandes familias donde tenían bajo su cuidado los hijos de los patrones. Por esta razón se entiende que Sierva María haya aprendido muchas de las costumbres de los esclavos, máxime por el total abandono en el que la tenían sus padres.

Ahora adentrémonos a la vida de los personajes principales en lo tocante a sus amores vividos como pulsiones del demonio. Empecemos con Bernarda y el Marqués. El ánimo fogoso de ella contrastaba con el ánimo pasivo de él. Fue una convivencia producto de un complot, tramado por el papá de ella, más que del amor. La total indiferencia y el odio del uno por el otro se reflejó en el abandono en que desde un principio tenían a su única hija, Sierva María, quien cobraría afección por las costumbres de los esclavos que la criaron, lo cual jugaría en su contra como prueba de su posesión demoníaca.

La indiferencia fue quizá el peor de los sentimientos vividos entre Bernarda y el Marqués. Sin embargo, la costumbre de la convivencia y el odio mutuamente manifiesto ¿no sería de algún modo proporcionalmente inverso a la bondad de sus corazones? Esta posibilidad no es infundada, pues Bernarda, confesó al Marqués el plan que el padre de ella urdió contra él para casarlo con ella y así quedarse con su fortuna y posteriormente darle muerte por mano de la propia Bernarda, cosa a lo cual ella no se atrevió. Por su parte, el Marqués hacia el final de sus días fue en búsqueda de Bernarda, al menos para tener alguien con quien morir. Creemos que, tanto Bernarda como el Marqués (a quien su padre humilló con el destierro para apartarlo del amor de la “demente” Dulce Olivia), no eran sino víctimas de un destino fatal trazado por sus padres respectivos y cada quien vio en el otro la oportunidad para desfogar la cólera que cada cual llevaba dentro de si, ella de un modo licencioso, él de un modo huraño.

El amor que como un demonio no se vive en menor grado al anterior es el que involucra al Padre Cayetano Delaura y la joven, casi niña, Sierva María. El Padre Cayetano llegó a cobrar tal afecto hacia ella que se vio impulsado a cometer actos demenciales como la autoflagelación y la paulatina pérdida del sentido común al olvidarse de los convencionalismos y moralidades que en otro tiempo guardaba con mucho celo. El amor por Sierva dio un giro a su vida, y ni toda su erudición pudo contra esto. Este amor lo llevó a un conflicto interno y fue demasiado tarde cuando decidió hacer totalmente de lado su moralismo para mandar todo al diablo con tal de tener a Sierva María.

Sierva María había ido a parar al convento de las clarisas para ser sometida a los exorcismos por decreto del obispo. Se creía que sufría posesión diabólica por su carácter indómito y por hablar lenguas de idólatras cuando enfurecía, amén de las raras costumbres que de los esclavos había aprendido. Pero nadie llegaba a imaginar que su conducta rebelde, y no satánica, obedecía al desamparo en que la habían tenido sus padres.

El Padre Cayetano pudo ser feliz con Sierva María, pero fueron más fuertes sus temores justo cuando tenía la oportunidad de partir con ella hacía donde pudieran vivir su amor sin las opresiones de ese mundo cristiano que los asfixiaba. Así las cosas, el final amargo de la historia no se hacía esperar de otro modo. El Padre Cayetano, descubierto, fue condenado a servir enfermos en un hospital, mientras que, sierva María fue hallada muerta de amor en su celda del convento antes de continuar su sesión de exorcismos.

A modo de conclusión, anotamos en primera instancia que, de ningún modo estamos de acuerdo con la definición que del amor ofrece el médico Abrenuncio, a saber: “el amor es un sentimiento contra natura, que condena a dos desconocidos a una dependencia mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa”. Por nuestra parte no podemos menos que decir que el amor antes que demonio u otro adjetivo que se le quiera poner es una fuerza vital y esencial en el ser humano que lo empuja ir más allá de unos estrechos límites en que el hombre muchas veces se quiere acomodar ignorando que es ahí donde puede morir de asfixia. Entonces, concebimos el amor como una invitación a la aventura para mejorar nuestra concepción de la vida y ser más libres.

Se dice fácil, pero el amor implica un gran desafío y un gran cambio de mentalidad que lleva a enfrentarnos con la sociedad, con la cultura, con las tradiciones y las costumbres, con todo un mundo. Y es entonces cuando el amor puede ser visto como un demonio. Fue el caso de nuestros personajes principales, especialmente del Padre Cayetano y Sierva María, que por el temor de aquel por romper con sus estrecheces, tarde fue cuando se decidió luchar por el amor de su vida. Ambos fueron víctimas del mundo que les tocó vivir. Y de algún modo, todos lo fueron.

Locura en la Amazonía

En el presente trabajo voy a abordar un problema ecológico: la tala de árboles, visto desde el punto de vista bíblico y de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). El fin que perseguimos es el de valorar no sólo los recursos forestales, sino la creación entera, que es nuestro habitat, la casa que Dios nos ha dado para que de ella tomemos los bienes necesarios para nuestra subsistencia.
Iniciamos con un reportaje que arroja un dato escalofriante sobre la tala indiscriminada de árboles en la amazonía del Perú:

Locura en la Amazonía: 250 mil hectáreas de bosque son taladas cada año ilegalmente

Al analizar el calentamiento global tenemos que referirnos necesariamente a lo que ocurre hoy en la Amazonía, considerada el gran pulmón del planeta y una de las zonas cuyo altísimo índice de deforestación es el principal causante de las alteraciones de temperatura en el planeta.
Los especialistas señalan que la contribución del Perú al calentamiento global es mínima, entre 0.4 y 1.1 %, sin embargo, más de la mitad de ésta cifra tiene que ver con la deforestación.
El doctor Valentín Bartra, presidente del Instituto Andino y Amazónico de Derecho Ambiental, sostiene que la depredación de la Amazonía peruana irrumpe a un ritmo irracional. "No es posible que 250 mil hectáreas se deforesten anualmente", subraya indignado.

La ilegal tala de árboles en esta zona es la principal causa de deforestación. Algunas estadísticas señalan que al día se depredan alrededor de 590 hectáreas de bosque, razón por la cuál se han perdido 9 millones de hectáreas en los últimos 30 años.
http://www.unmsm.edu.pe/Destacados/contenido.php?mver=11

Es interesante constatar cómo un problema ecológico altera otros factores ambientales, en este caso, la deforestación de la amazonía peruana contribuye al calentamiento global. Las cifras de deforestación son alarmantes. El pulmón de la tierra está en peligro, y con él, la vida de la flora, la fauna....y del hombre.

Punto de vista bíblico

El apóstol Pablo nos ofrece una visión esperanzadora que guarda la creación entera. En efecto, ella también busca ser liberada y anhela la plena redención cual criatura de Dios: “Toda la creación espera ansiosamente que los hijos de Dios reciban esa gloria que les corresponde. Pues si la creación está al servicio de vanas ambiciones, no es porque ella hubiese deseado esa suerte, sino que le vino del que la sometió. Por eso tiene que esperar hasta que ella misma sea liberada del destino de la muerte que pesa sobre ella y pueda así compartir la libertad y la gloria de los hijos de Dios” (Rm 8, 19-21). Deducimos que la creación guarda intrínseca relación con el hombre, y mientras el hombre perviva en el pecado ella misma sufrirá las consecuencias de la ambición de este que la explota indiscriminadamente tan sólo por lucro personal.

Es muy interesante ver cómo el libro de Daniel nos presenta una visión de las criaturas que alaban sin cesar día y noche al Señor (Dn 3, 62-82). Efectivamente, cada ente criatural tiene un fin, beneficiar al hombre para que su vida sea satisfecha y con ello da gloria al señor; en cambio, el hombre ha de tomar de las criaturas sólo lo justo para no romper el equilibrio de la creación, y ver en cada criatura, como san Francisco de Asís, un hermano.

Doctrina Social de la Iglesia

La GS, 69 afirma que: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad”. En concilio Vaticano II tuvo el buen acierto de defender el destino universal de los bienes de la creación, estos no son monopolio de nadie, son de todos, es un derecho universal tanto de hombres como de mujeres el acceder a ellos y es un derecho natural por el simple hecho de ser personas dignas. Nadie tiene el derecho de privarnos de gozar de los bienes de la creación, estos han de llegar a todos con el criterio de la justicia (a cada quien lo suyo) y el de la caridad (favoreciendo a los más pobres).

El Documento de Santo Domingo (nn. 171-177) nos ofrece unos criterios desde los cuales la tierra puede ser valorada favoreciendo una actitud más contemplativa de la tierra y de los bienes en lugar de sólo mezquinas ganancias económicas.

1. Campesino-indígena: la tierra es sagrada, centro de la vida de la comunidad, es la madre que alimenta sus hijos.

2. Mercantilista: Visión neoliberal que busca lucrar con la tierra explotándola indiscriminadamente sin importarle el impacto ambiental.

3. Visión cristiana: Se basa en las Sagrada Escritura y considera los elementos de la naturaleza como aliados de Dios en pro de nuestra salvación.

Con estos criterios podemos elaborar una espiritualidad de la ecología. Por lo que a nuestro tema compete, los recursos forestales ofrecen toda una imagen de la presencia de Dios que nos da la vida. En efecto, ellos purifican nuestro aire, contienen la tierra evitando la erosión y dan cobijo a infinidad de especies animales, etc. El color verde de los árboles nos recuerdan la vida en acción y sus frutos las obras que todo hombre debe aportar con su trabajo.

Ya para poner fin a nuestro trabajo, que en hasta ahora nos ha dado pautas para una mayor valoración de nuestro medio ambiente, y en especial de los recursos forestales, una mención especial merece la atención al bien común y la opción por los pobres. Juan Pablo II en la encíclica “Sollicitudo rei socialis” (n. 10), define el bien común como la preocupación por el desarrollo espiritual y humano de todos. Es por ello que, los legisladores, cuando formulen leyes en vistas al bien común, primero se fijen qué repercusión tendrá para los pobres, si lejos de beneficiarlos los perjudica. Por ejemplo, si se legisla a favor de una empresa maderera otorgándole a esta la facultad de talar árboles con el argumento de crear fuentes de empleo y derrama económica, pero, sí ello conlleva la extinción de árboles en detrimento del ecosistema y del modo de vida de los pobladores, no se está buscando el bien común, ni de los habitantes, y en última instancia, tampoco el bienestar de la creación.

El Estado está llamado a favorecer a los que menos tienen otorgándoles subsidios para que administren sus recursos como más convenga a sus intereses y no queden a merced de empresas privadas que a base de engaños tan sólo buscan aprovecharse de los recursos naturales para explotarlos a tope en perjuicio de los más pobres.

El contexto de los jóvenes del sector Caledonia, Chorrillos, Lima, Perú

Para medir de alguna forma el grado de participación política y el compromiso ciudadano de los jóvenes desde su fe cristiana, menester es que analicemos el contexto en que ellos se mueven, y nos referimos en concreto al socio-político-económico y eclesial.

Contexto socio-político-económico

Según el INEI 2000, la parroquia Cristo Misionero del Padre cuenta con 86 879 habitantes. Es una jurisdicción parroquial muy amplia donde hay zonas que van desde la pobreza y extrema pobreza hasta zonas de clase media y alta.[1] Sin embargo, pese a las diferencias socio-económicas y particulares de cada comunidad se está en búsqueda de una permanente unidad que lleve a la identificación parroquial[2].

Pero nuestro cometido al estudiar el grado de conciencia ciudadana de los jóvenes, no pretende abarcar la realidad de toda la parroquia, sino que buscamos centrarnos en el sector Nueva Caledonia, en donde trabajamos con jóvenes de catequesis y grupo juvenil, teniendo en cuenta que, de modo cotidiano, también tratamos con otros jóvenes que no participan de lleno en la comunidad cristiana.

Hemos dialogado con el padre Renzo Pallaro, Misionero Comboniano, quien desde 1987 hasta la fecha ha estado acompañando esta porción del pueblo de Dios proveniente de provincia y de los callejones de Lima. Nadie mejor que él para darnos algunas luces acerca de la realidad de esta parte de la parroquia y sobre la realidad de los jóvenes a quienes ha visto prácticamente crecer:

“Hasta 1983 todo era puro arenal, no había ninguna clase de servicio” nos comenta. “Se ha notado un progresivo desarrollo socio-económico. La gente tiene un mejorado nivel de vida en comparación a los primero años, sin embargo tal avance viene aparejado con algunos problemas: pandillerismo, madres adolescentes, hogares destruidos, alcoholismo, drogadicción, delincuencia juvenil, etc”. Hace notar el padre que, dado que los padres de familia salen a ganarse la vida y no están todo el día en casa, los jóvenes desde niños han crecido descuidados y han sido presa fácil de malas compañías que con vicios los inducen por caminos desviados. “Algunos jóvenes, sin embargo, son conscientes de su realidad y buscan salir adelante pese a sus pocas oportunidades de desarrollo: estudio y trabajo. Muchos no pasan de trabajos informales.”

Al comentar el punto de la conciencia ciudadana de los jóvenes, el padre Renzo nota en los jóvenes un total desinterés por involucrarse en un trabajo de carácter social: “Los jóvenes piensan para sí, su forma de pensar obedece a la cultura actual, individualista. Mientras ellos están bien, poco les importa el resto. Su solidaridad es emocional-sentimental pero no es constante y a largo plazo.” En efecto, al dialogar con los jóvenes de estos sectores sobre la realidad de su entorno, muestran mucho escepticismo de que las cosas puedan mejorar, buscan responsabilizar a otros pero no se comprometen con su aporte. “Todavía falta mucho por hacer –dice el p. Renzo-. Pero no podemos negar un avance, hoy los jóvenes participan en las capillas, en las celebraciones y devociones populares y se comprometen en la catequesis. En el fondo buscan algo: buscan servir, sentirse útiles. Son jóvenes que ameritan formación cristiana que los comprometa con la sociedad”.

De las realidades que llaman la atención en estos sectores es que, por una parte, hay familias de tan buen nivel social que no se sienten parte de estos sectores. Los hijos de estas familias estudian en otros colegios y no les interesa para nada involucrarse en algún tipo de servicio en la comunidad sectorial. Por otra parte, los jóvenes en general están descontentos con la política, desprestigiada por los políticos. “Los jóvenes están muy descontentos con los políticos –dice el p. Renzo- y piensan que toda política es mala y quien se dedica a ella se mancha, será tratado como ladrón o sinvergüenza”. Un argumento más para desatenderse de su participación ciudadana y un obstáculo más para no crecer en esa conciencia ciudadana.

No obstante, aunque el panorama apunte ensombrecedor, algunas labores se hacen con los jóvenes por sensibilizarlos en su toma de conciencia de ciudadanía, de que ellos pueden ser de hecho los gestores del desarrollo de sus comunidades. A los jóvenes, tanto en los grupos juveniles como en los de catequesis y en otras áreas de pastoral, a partir de la fe cristiana se les inculca mediante los agentes de pastoral a comprometerse, a encarnarse en la realidad en la cual de hecho viven pero que requerirá de su parte una respuesta que resuelva los problemas de pandillaje, de drogadicción, de desintegración familiar, de analfabetismo, de falta de evangelización, etc. La tarea es ardua, toda vez que el joven piensa para hoy y no para mañana, es cortoplacista e invierte en cosas innecesarias teniendo necesidades más apremiantes que cubrir. Pero no perdemos la esperanza de que los jóvenes tarde o temprano despierten a su realidad y la asuman como misión para mejorarla en la praxis cristiana.

Contexto eclesial

La comunidad cristiana “Señor de los milagros” del sector Nueva Caledonia tenía anteriormente el nombre de san Luis Gonzaga, cuyo santo nada tenía que ver con la devoción del pueblo venido de provincia en su mayoría, por eso de optó por el nombre de “Señor de los Milagros” cuya devoción es más sentida por la gente respetando sus procesiones en el mes morado de octubre.

La gente aún recuerda cómo el “paquetazo” (la racionalización de alimentos y la pérdida del valor de la moneda en el cambio de gobierno de Alan García a Alberto Fujimori) ocasionó que por parte de la comunidad cristiana se abriera el primer comedor parroquial para paliar las necesidades alimenticias de los más pobres. En este sentido la comunidad dio muestras de gran solidaridad.

Esta comunidad progresivamente fue entrando al ritmo del Plan Nueva Imagen de Parroquia con lo cual ha aprendido a vivir su fe en comunidad rescatándola de individualismos y capillismos al insertarla en una comunidad más amplia que es la parroquia; así, la grey de esta porción aprende a abrirse hacia otros hermanos enriqueciendo más y más su fe renovándola día a día.

Es por ello que, el Plan, es en realidad un proyecto de renovación parroquial constante, que busca incesantemente la participación y la santidad del pueblo como comunidad, teniendo en cuenta que[3]:

· La salvación es un hecho personal y comunitario.
· Que la salvación se manifiesta en la comunidad católica.
· Que el crecimiento personal y la madurez en la fe se vive y se desarrolla en mutua relación interpersonal.
· Que la acción pastoral solo vale cuando crea comunidad Iglesia sin particularismos.

Para desarrollar el proyecto, el Plan desconcentra la parroquia, arriesga por la acción masiva de los laicos y descentraliza iniciativas y labores para ir al encuentro del pueblo. Es la parroquia la que se acerca a la gente y no a la inversa para llegar paulatinamente, con el ritmo del pueblo, al ideal de parroquia (comunidad de comunidades) como comunidad de fe, de caridad y de culto. De esta manera, el laico deja de ser un espectador o solo concurrente a misas dominicales, para convertirse en co-protagonista y co-responsable de la labor pastoral y evangelizadora que, por el bautismo le ha sido confiado por Jesucristo y la Iglesia Católica.[4]

Bajo esta misma tónica del plan es que se busca integrar a los jóvenes en la comunidad eclesial. Los grupos de catequesis y de jóvenes que ellos conforman los orientan a trabajar en comunidad forjando una conciencia de participación no sólo de puertas hacia dentro, sino hacia fuera, y en esto se trabaja por sensibilizarlos en que la realidad de sus sectores depende en gran parte del empuje y la creatividad de ellos, los jóvenes.

En la parroquia el mes de septiembre está dedicado a los jóvenes, y dentro de ese mes 15 días son los destinados a celebrar la juventud congregando los jóvenes de todas las comunidades para estrechar lazos y crear una mayor unidad. Es un espacio de creatividad, de diversión y culto donde los jóvenes celebran el don de su juventud y toman conciencia de su participación ciudadana.

Bibliografía: Plan Pastoral Nueva Imagen de Parroquia 2007. Caminando con Cristo somos Comunidad 2006-2008.

[1] Plan Pastoral 2007. Nueva Imagen de Parroquia. Caminando con Cristo somos Comunidad 2006-2008. p. 2
[2] Cfr. Ibid.
[3] Cfr. Ibid
[4] Ibid, p. 3.

La secta Moon

Sun Myung Moon es el fundador de una secta llamada,"Iglesia para la Unificación del Cristianismo Universal".

Se trata de una organización que mezcla principios orientales: budistas, confucionistas y taoístas, con doctrinas cristianas y una buena dosis de ideales nacionalistas y anticomunistas, además de algunas enseñanzas espiritualistas y pseudo-científicas. Creen que Jesús fue un fracasado al morir en la cruz y que Sung Myun Moon es el actual Mesías.

Un seguidor de Moon nos escribe: "éste es el tiempo en que esperamos al Mesías, que vendrá en la carne, como la primera vez. Dios escogerá a otra persona diferente de Jesús pero con la misma misión y vivirá teniendo la inspiración del mismo Jesús, para continuar la misión que no pudo completar. Creemos que ya vino; nació prácticamente después de la segunda guerra mundial, está entre nosotros y es el REV. SUNG MYUNG MOON"

El Fundador

Moon, norcoreano, nacido el 6 de enero de 1920. Su vocación espiritual, originada según él, en una visión de Cristo en la Pascua de 1936, lo llevó a peregrinar de la Iglesia Presbiteriana, a la que pertenecía, al Pentecostalismo y luego a fundar su propia secta, en 1951.

Fue encarcelado en 1948 por disturbios causados por su predicación; y en 1949 volvió a la cárcel acusado de adulterio. En 1950 fue puesto en libertad por el gobierno norteamericano, con motivo de la guerra de Corea. En 1955, volvió a la cárcel acusado de adulterio y bigamia.

Después de 4 divorcios, Moon se casó, en 1960, con una joven de 18 años, Han Hak, a quien dio los nombres de Nueva Eva y Verdadera Madre del Universo.

Moon y su esposa serían "los padres de la humanidad", sus seguidores, "los miembros de la familia" y quienes naciesen en la secta, "los hombres puros, los sin pecado". En la década de los setenta Moon se mudó a New York y desde allí empezó las campañas de promoción en Estados Unido y Europa.

Un nuevo Mesías

Myung Moon se presenta como el Tercer Adán, como un nuevo Cristo, más sabio que Salomón y más caritativo que Jesús. Como el padre verdadero de la nueva humanidad, y el señor del segundo advenimiento.

Refiriéndose a su patria Coreana, la califica de tierra de fe, nueva Jerusalén y bastión del mundo libre, se llama a sí mismo "rayo luminoso" del que habla la Biblia, que saliendo de Oriente viene a Occidente a realizar su obra.

Moon tiene una fuerza magnética en sus palabras. Aunque solo predica en Coreano y se vale de un intérprete, ha conquistado muchos adeptos.

Su carisma organizador llevó a Moon a fundar varias organizaciones en Norteamérica y en Europa para difundir los ideales moonistas, entre ellas, la "Unificación del Cristianismo Mundial", la "Federación Internacional para la Victoria sobre el Comunismo", la "Fundación Lucha por la Libertad" y el "Movimiento Universitario para la Búsqueda de los Valores Absolutos". Estos se presentan como pioneros de una Nueva Era.

Moon es inmensamente rico. El mismo afirma que el dinero atrae al mundo contemporáneo. Entre sus propiedades se cuentan compañías productoras de armas, de productos farmacéuticos como el revitalizante Gin-seng; posee periódicos en Washington y Nueva York, y el New Yorker Hotel, convertido en Centro Misionero Mundial.

Compañías suyas son la Tonga Titanic Industrial, la Corea Titanium Ld., la Illwha pharmaceutical, la Ilshim Handicraft. Hay hoteles y periódicos de la secta de Moon también en Latino América.

Se dice que la base de estas fortunas fueron los subsidios de algunos gobiernos que vieron en Moon un aliado en la lucha anticomunista, también, los aportes de miembros de su iglesia, comprometidos a ayudar "con su sangre, sus sudores y sus bienes," pues cada centavo obtenido es "una victoria para Dios".

Los Moonistas

Muchos seguidores de Moon son muchachos, atraídos por ideales de paz y fraternidad universal, y por la denuncia de cuanto no anda bien en el mundo. Muchos de ellos han sido escandalizados por la falta de principios sólidos en la sociedad contemporánea. Como en la mayoría de las sectas, su atractivo está en una aparente promoción de ciertos valores que están en crisis en la sociedad. Mas tarde, cuando ya esté el adepto dependiente de la secta, se le presentarán ideas y exigencias cada vez mas contrarias a la moral y a la fe cristiana. Muchos para entonces no son capaces de discernir por cuenta propia.

Las enseñanzas de Moon son incompatibles con el cristianismo.

Jesucristo: Un "fracasado"

Según Moon, el primer Adán fracasó en el Paraíso ante la tentación que el demonio le hizo por medio de Eva. El segundo Adán: Jesús, según Moon, murió fracasado en una cruz. La Cruz no habría sido querida por Dios, y los cristianos al insistir en ella caerían en un error. Además, como Jesús no se casó y no dejó descendientes, su obra no pudo ser afirmada plenamente. Venció en lo espiritual, pero no en lo corporal.

Moon niega que Jesús sea Dios y lo describe como un hombre muy abierto a la acción divina, para explicarlo usa frases y expresiones complicadas, que parecen escritas así para no escandalizar a los cristianos y atraerlos lentamente a la secta.

Todas las religiones son un "fracaso"

También las religiones, sin exclusión del cristianismo, según Moon han sido un fracaso, porque, dice él , no han sabido unir las riquezas del oriente con las realizaciones exitosas del occidente. Moon pretende ser la respuesta a ese problema.

Para esta secta, el poder está en Moon, nuevo Mesías que conquista, no con la pobreza sino, con el dinero

El ideal moonista consiste en un pensamiento religioso, fuertemente secundado por los poderes temporales. Esta unión de lo espiritual y lo temporal debió haberlo realizado el antiguo pueblo de Israel. Como no logró hacerlo, Dios escogió a los romanos, que también fracasaron en su empeño. Luego Dios puso sus ojos en el Imperio Británico, y cómo este falló, el nuevo Pueblo escogido es ahora Estados Unidos.

Según Moon, Norteamérica es la esperanza para el mundo actual y este debe servir a Moon como brazo secular que ayude en su lucha contra el marxismo y contra el Islam. Dice que, el mundo necesita urgentemente una cirugía y el es el médico; el mundo está incendiado por los odios y violencias, y Moon es el bombero. Es decir, se propone a si mismo como solución de los problemas de la humanidad. Es un nuevo salvador del mundo.

Obediencia absoluta a Moon

Lo que más ha movido la indignación mundial y ha provocado declaraciones condenatorias de muchos obispos, ha sido la seducción provocada en los jóvenes, a quienes se les aleja de su hogar, se les recoge en comunas donde no pueden tener contacto con el exterior, se les lava el cerebro y se les envía como misioneros de la secta. Es una violación síquica que puede llevar a la locura o fanatismo.

La obediencia exigida a los seguidores de Moon es total. Estas frases del fundador dan idea de ella:

"Soy un pensador. Soy vuestro cerebro. Si queréis unir vuestro esfuerzo al mío, lo haréis obedeciéndome estrictamente. Porque lo que yo hago, no lo hago a ciegas es bajo el mandato de Dios.

No habrá quejas ni objeciones por lo que deberá hacerse, hasta que hayamos establecido en la Tierra el Reino de Dios".

Esta obediencia absoluta no es en referencia a la fe cristiana, revelada por Dios en Jesucristo, sino obediencia absoluta a Moon.

Matrimonios pre-arreglados

La obediencia total llega hasta entregar a Moon y a la organización la decisión acerca de la persona con la que deberá contraerse matrimonio. Es famosa la ceremonia en la que Moon bendice a millares de parejas al mismo tiempo, y luego les aconseja un tiempo mas o menos amplio de continencia conyugal.

En la ceremonia de bendición ofician juntos el señor y la señora Moon para representar, según ellos, de mejor modo a Dios, a cuya semejanza fueron hechos hombre y mujer. Los "novios" deben tener al menos 24 años de edad y las "novias" un año menos. Moon recomienda que las parejas sean lo más parejas posibles en cuanto a la edad, la raza, la nacionalidad y la formación. Una vez configurada las parejas se inicia la ceremonia del vino. Esta celebración da al nuevo matrimonio una característica de unidad, que se quebranta solo cuando uno de los conjugues se sale de la Iglesia Moonista o cuando comete adulterio.

Muchos jóvenes con problemas emocionales ven en la secta una forma de resolver sus problemas ya que hasta el cónyuge se lo proporcionan sin tener que pasar por un proceso de noviazgo que para muchos se les hace difícil.

Los foros internacionales

Como forma de penetración el señor Moon ha propiciado la celebración de foros internacionales, cuyo objetivo es luchar contra el comunismo, y facilitar los intercambios entre personas de religiones, filosofías, razas o edades distintas.

En sus reuniones no es raro ver como participantes, ex-presidentes, políticos, escritores, y lideres de fama mundial, que avalan con su presencia la difusión del movimiento moonista.

Apostasía

Una vez en la secta, la religión de procedencia queda relativizada ya que Moon invita a sus seguidores a superar las formas secundarias que los separan de los demás y a buscar la raíz común. Por eso en algunas estadísticas publicadas por la "Iglesia de la Unificación Universal" se confiesa que el 40% de sus adeptos viene del protestantismo y el 36% del catolicismo. De modo que las 3/4 partes eran antiguos cristianos que han reemplazado a Jesucristo por el señor Moon.

Zaqueo (Lc 19,1-10)

En el presente trabajo que versa sobre la atención a la pastoral penitenciaria, es decir, a personas que se encuentran recluidas en las cárceles, meditaremos el episodio del contacto entre Jesús y Zaqueo (Lc 19, 1-10). Por un lado, en Jesús veremos al salvador, Dios en persona que viene a liberar al hombre de toda atadura. Llama la atención que salva a los pecadores con total libertad sin temor al qué dirán, sin arriesgar prestigio que valga, todo lo arriesga por amor al pecador en quien ve antes que nada a un ser humano, a un hijo de Dios, un hermano a quien hay que salvar. Por otro lado, veremos en Zaqueo la representación del pecador, aquel a quien la sociedad aísla y estigmatiza de maldito condenado por Dios. Este Zaqueo, recaudador de impuestos, también se encuentra en la cárcel, en el preso que carga en sí el estigma, la marca de un delito cometido y que parece imperdonable.

El episodio que narra el contacto entre Jesús y Zaqueo presenta cuatro características: 1) el encuentro entre Jesús y Zaqueo; 2) murmuración de la gente; 3) arrepentimiento de Zaqueo y 4) anuncio de salvación. Analicemos cada una en vistas a la valoración de la persona del pecador.

1. Encuentro entre Jesús y Zaqueo.

Lucas pone dos personajes centrales: Jesús y Zaqueo. Jesús atravesaba la ciudad de Jericó predicando la Buena Nueva ante una multitud; Zaqueo, por su parte, deseaba verlo, pero, dada su baja estatura, tuvo que subir a un árbol para verlo. Para su sorpresa, Jesús no sólo lo ve, sino que le pide hospedarse en su casa
(vv. 1-6).

Importante es tomar en cuenta que Zaqueo es un recaudador de impuestos para Roma, considerado un pecador, vendido al poder romano, un traidor despreciable tanto por fariseos como por grupos ultranacionalistas. Sin embargo, este Zaqueo, hombre rico, sobre el que pesa una mala fama y el desprestigio de la sociedad de su tiempo, quería ver a Jesús (vv. 3-4). Su querer no queda en un simple deseo, sino que se pone en movimiento a grado tal de subirse a un árbol para verlo. Él no pasa desapercibido por Jesús, su insistencia y perseverancia tienen eco: ¡Jesús mismo le pide hospedarse en su casa! Zaqueo tendrá la fortuna de ser el anfitrión de Jesús, del Maestro, a quien tanto deseaba conocer y escuchar.

Siendo Zaqueo un rico recaudador de impuestos ¿acaso pasaría desapercibida esta nota para Jesús? Supongo que no, así como también supongo que Jesús bien sabía en el lío que se estaba metiendo por entrar en casa de Zaqueo, de un pecador; pudiera ser que el prestigio de Jesús se pusiera en riesgo, sin embargo, parece que poco le importa con tal de ganar para Dios a Zaqueo.

2. Murmuración de la gente.

¡Se ha hospedado en casa de un pecador! (v. 7). El escándalo no se hizo esperar. Muchos que se dicen ser seguidores o simpatizantes de Jesús piensan que sólo él ha venido por la gente buena que a los ojos de Dios es justa por cumplir la ley. Jesús comete la osadía de ir más allá de todo círculo donde tan sólo se encuentran los buenos o justos. Sucede que Jesús no se circunscribe a un grupo especial, él va hacia la persona humana, que es lo más valioso (Mt 7,26).

Si a Jesús algo le caracteriza es su confianza en que el pecador puede hacer un cambio de vida. Dice san Agustín: Porque nos has hecho Señor para ti, nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti. Jesús ve que el pecador sufre más que nadie escudado en sus “seguridades”, encadenado a sus “verdades”. Por tal motivo, va directo al corazón, allá en la soledad del corazón de cada persona busca entrar para recuperar lo que estaba perdido, quien estaba perdido, como el buen pastor que deja las noventa y nueve ovejas por ir en búsqueda de la que se le extravió. Este mismo Jesús se muestra muy consciente que su misión consiste en llamar no a los justos, sino a los pecadores (Lc 5, 32; Mt 9, 11-13). Así que no tiene empacho de sentarse a la mesa con recaudadores de impuestos y otros pecadores (Lc 5,30) ni de dejarse lavar los pies por una pecadora ante Simón el fariseo (Lc 7, 44-47).

A tal grado llega el amor de Jesús por los pecadores que no se avergüenza de verse él mismo reflejado en ellos, y por lo que a nuestro tema compete, él no dejará sin recompensa a quien lo vea en los pequeños, a quien lo visite en la cárcel (Mt 25, 34-40).

3. Arrepentimiento de Zaqueo.

Era tanto el gozo de Zaqueo por tener en su casa a Jesús que no pudo menos que asegurarle, bajo previo arrepentimiento, que compartiría la mitad de sus bienes con los pobres, y que daría hasta cuatro veces más a quienes haya engañado (v. 8). ¿Qué pudo haber movido a Zaqueo a llevar a cabo tal cambio? Sin duda, creo yo, la confianza y la dignidad con que lo trató Jesús sin ver en él a un bandido, sino a un hijo de Dios, a quien tanta falta le hacía que le mostraran la misericordia de Dios. Así como el hijo pródigo no dudó en volver a la casa del Padre porque sabía que en el Padre hallaría perdón (Lc 15, 18-20) y como la mujer pecadora que demostró mayor amor por haber experimentado el perdón de Dios (Lc 7,47), Zaqueo se vio movido al cambio al tener a Jesús en su casa, que significaba que Dios mismo quiso hospedarse con él para reintegrarlo en su paz.

4. Anuncio de salvación.

Este Zaqueo, que carga con la estigma del pecado, no es ningún extraño, también es hijo de Abraham (v. 9) y heredero de las promesas de Dios a su pueblo. Jesús reivindica la consistencia de su misión: buscar y salvar lo que estaba perdido (v. 10), llamar no a los justos, sino a los pecadores (Lc 5, 32).

El encuentro de Jesús con Zaqueo describe una experiencia repetida a lo largo de la historia: la de aquellos que cambiaron su vida después de conocer a Jesús, como le sucedió también a Mateo que sentado en lo que era el signo de su pecado, la mesa de recaudador, tuvo un encuentro con Jesús, y que al ser llamado dejó todo y lo siguió.

Conclusión.

Hay una frase de Mateo que viene muy a modo por cuanto toca a la pastoral penitenciaria, que dice: Entiendan bien qué significa misericordia quiero y no sacrificios; porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores (Mt 9, 13).

Muchas veces, respecto a los reclusos, la sociedad, y no pocos cristianos, muestran una actitud apática e indiferente hacia los presos. Las penitenciarías se ven como un sitio donde a base de sacrificios y penalidades los delincuentes pueden ser reinsertados en la sociedad, pese a que siguen con el estigma maldito de ser “expresidiarios”.

Como cristianos debemos superar la ley del sacrificio por la del amor: la ley de la misericordia, que se puede manifestar en la búsqueda de tantos hermanos/as nuestros que por diversos motivos tan confusos como extraños se encuentran en tal desgracia de reclusión. Es a ellos a donde también estamos llamados a proclamar una palabra de esperanza, de anunciar el reino de liberación implicado en el hecho de conocer a Jesús, quien confía infinitamente en la bondad originaria del hombre.

Ver y creer en clave de seguimiento desde Marcos

En el presente trabajo tendremos por meta fijarnos en los verbos “ver” y “creer” desde el seguimiento (akolousein) o discipulado según el entender del evangelista Marcos, esto es ponerse detrás de Jesús, seguirle hasta el camino de la cruz. El poder ver parece estar vedado a los discípulos que aun tienen en mente un mesías triunfalista al igual que los fariseos y el pueblo de Israel. Las narraciones de los ciegos de Betsaida (8,22-25) y de Jericó (10,46-52) expresan el paulatino avance en el camino de la fe, de poder ver y creer en Jesús para seguirle.

Jesús sana a un ciego en Betsaida (8, 22-25)

Esta cita va precedida por la discusión de Jesús con los fariseos y de las advertencias que Jesús hace a sus discípulos (8, 11-21). Jesús advierte que bajo la petición de los fariseos se esconde la más dura incredulidad y una invitación engañosa a recorrer el camino de un mesianismo espectacular. En efecto, como en todo seguimiento siempre existe la tentación de buscar nuestros propios intereses o dejarnos llevar por el pesimismo que prima en un determinado contexto. A esto yo lo llamaría “tentación de ceguera”. Los discípulos, no estaban exentos de estas tentaciones, por ello, deben estar atentos para no dejarse contagiar por la levadura de la incomprensión e incredulidad que los rodea. Tienen que abrir su corazón y reconocer con los ojos de su fe la verdadera identidad de aquel que, en la multiplicación de los panes, se les ha revelado como el pastor mesiánico y el portador de la salvación divina.

Llama la atención que, después de la advertencia de Jesús a sus discípulos sobre la “tentación de la ceguera”, se produzca la sanación de un ciego por parte de Jesús. Esta narración detalla un simbolismo. Cualquier discípulo bien puede ponerse en lugar del ciego en el proceso de la fe, del seguimiento de Jesús. Si la capacidad de ver se obtiene de manera lenta y laboriosa, es para indicar también que el proceso de la fe es pausado, gradual y acompañado de dudas e incertidumbres.

Gnilka confirma lo anteriormente dicho, que a la apertura de los ojos del ciego se confiere significación simbólica. Es preciso aferrarse a Jesús si se quiere tener ojos que vean, si se quiere alcanzar la comprensión creyente de su palabra. Poco antes se ha reprochado a los discípulos su ceguera (8,18). La colocación de la perícopa delante de la confesión mesiánica de Pedro (8,27-30) y de la instrucción subsiguiente inmediata de los discípulos sobre la necesidad del padecimiento (8,31-32) indica que Jesús quiere abrirles los ojos. (Gnilka, p.367).

La capacidad de “ver” simboliza el progreso gradual en el conocimiento de la fe. González trata sobre el temor a la “confusión” proveniente de cualquier novedad, lo cual pudo estancar tanto a discípulos y fariseos en su ceguera habitual. En honor a la verdad, es ineludible que todo avance hacia la novedad genera no poca confusión y crisis. En efecto, la “confusión” del ciego, que al principio “confundía” a los hombres con los árboles, era un camino seguro hacia la luz total del final del proceso. No se llega a la luz plena sino a través de un penoso proceso de confusión. (González, p.142)

Jesús sana al ciego Bartimeo (10, 46-52)

El relato de esta sanación va precedida por la nueva enseñanza sobre el servicio (10, 35-45), pues, los discípulos, titubeantes en el seguimiento, persisten en la orientación terrena de sus esperanzas. Nada parece haber conseguido Jesús con sus anteriores instrucciones. Necesitados todavía de luz para ver claro el camino de la cruz y del servicio, los que siguen a Jesús son testigos de un acontecimiento iluminador. En oposición a las pretensiones mezquinas de los hijos de Zebedeo (10,36) cuya ceguera tiene un marcado matiz de poder, el ciego Bartimeo tan sólo busca recobrar la vista y seguir a Jesús. El contraste es ejemplar y la figura de este ciego se convierte en un modelo para todo discípulo. Auténtico discípulo es aquel que testifica y proclama su fe, la traduce en oración perseverante y confiada, se libera de todo lo que impida un encuentro personal con Cristo e, iluminado por él, lo sigue decidido en su camino (BA; np)

Gnilka entrevé en la escena desarrollada la expresión de lo que significa el seguimiento de Jesús. En efecto, la anotación final de que el curado sigue a Jesús en el camino delata una vez más las preocupaciones de Marcos centradas en la idea del seguimiento, de la que nació esta escena (127). Marcos pone más énfasis en el acto de fe que en la curación en sí misma, lo que le bastó al ciego para ponerse en camino detrás de Jesús. En lugar de un gesto de curación está la afirmación de Jesús de que la fe ha salvado al ciego. El que en otro tiempo fue ciego se convierte en seguidor de Jesús. Como seguidor, es discípulo. El camino que inicia acompañando a Jesús, es el camino a la pasión (129). Según Gnilka, el ciego sanado se convierte en discípulo ejemplar. Y lo es no sólo por su fe inquebrantable, sino, ahora de manera especial, por su disposición a seguir a Jesús en su camino a Jerusalén. El mendigo de Jericó es para Marcos verdaderamente un creyente porque alcanzó la verdadera orientación de su fe. Ella descansa en la cruz que se prepara a Jesús y a sus seguidores (8,34) (130-131) (Gnilka, pp.127.129-131)

El caso del ciego es ejemplar, porque tuvo fe en Jesús, porque es un hombre que ora con perseverancia, lo invoca a pesar de las dificultades, recibe ánimo, le sale al encuentro, se deja interrogar, se hace abrir los ojos y lo sigue en su camino. Por decirle de manera simple, se dejó moldear por Jesús, fue dócil en sus manos. Solamente con este ánimo es posible comprender y seguir el camino del hijo del hombre hacia el sufrimiento. (González, p.170).

El milagro es un esfuerzo de Jesús, para abrir los ojos de los discípulos. Bartimeo es el modelo del verdadero creyente: “ve”, y no sólo con los ojos del cuerpo; sigue a Jesús por ese “camino” que es menos geográfico que teológico: la subida a la cruz. Su fe le permite seguir a Jesús. (Charpentier, p.62)

Confesión de Jesús (14, 61-62)

Completamente abandonado Jesús en manos del consejo de ancianos hace frente a la ceguera de sus compatriotas, no menos nacionalistas que sus discípulos. Ellos también aguardaban un mesianismo triunfalista, totalmente opuesta al siervo sufriente. González nos hace ver cómo esa ceguera triunfalista del sanedrín impide ver en Jesús al Mesías esperado, más aun., le condenan a muerte: El sumo sacerdote pregunta a Jesús: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito? (14,61) La respuesta de Jesús es coherente con la cristología del hijo del hombre que impregna todo nuestro evangelio: él es, sí, el mesías, pero no aquel mesías gloriosamente triunfal, claramente político, con que soñaban los adictos al movimiento antirromano, sino el mesías sufriente, con rostro de hombre, no de superhombre, del cual ya habían hablado los profetas, especialmente Daniel. Al sumo sacerdote la respuesta de Jesús le parece blasfema (14,62); aquel “laico” provinciano manchaba el nombre sagrado del mesías pretendiendo ridículamente encarnar en sí todas las esperanzas que desde hacía siglos alimentaba el pueblo de Israel a propósito de su grandeza teocrática. He aquí, pues, cómo se explica la condena a muerte por unanimidad. (González, pp.219-220)

Burlas de la gente, muerte de Jesús y confesión del oficial romano (15, 29-39)

A diferencia de los jerarcas judíos, que exigen una señal para poder creer (15,32b) el centurión al pie de la cruz desemboca en la fe. La incredulidad que le ha acompañado hasta este momento queda superada. Sólo a partir de la muerte de Jesús en la cruz se puede comenzar a comprender quién era éste. El ver es la fuerza de la fe que reconoce en el Crucificado al Salvador .
El evangelista coloca en dos grupos a las personas que se encuentran al pie de la cruz. En un grupo sitúa a los que creen; en el segundo se encuentran los que persisten en la incredulidad. Los jerarcas quieren ver una señal y con ello documentan, en último término, su endurecimiento (15,32b). En el lado de los creyentes se encuentra el centurión, que es desarmado por la muerte de Jesús y se convierte en vidente. Las mujeres demuestran con el ejemplo su confesión. De ellas se dice que sirvieron a Jesús y le siguieron por el camino del dolor (15, 40-41). (Gnilka, pp.380-383)

Tumba vacía y mensaje del ángel (16, 1-7)

En cuanto a las mujeres, Marcos sabe informar que ellas habían seguido a Jesús ya en Galilea y que le habían servido allí (15,40-41). Esto último es una alusión a servicios materiales prestados. Si han hecho la marcha a Jerusalén con Jesús, debe presentárselas como quienes entendieron que el seguimiento de Jesús es seguimiento de la cruz (Gnilka, p.382). El mensaje del ángel es un modelo de desmitización. Las mujeres no deberían tener miedo; lo que ha ocurrido es solamente esto: Jesús el nazareno, crucificado ha resucitado. Las mujeres deberán ser portadoras de un mensaje para los discípulos, y especialmente para Pedro. (González, p.234)
Pero ¿por qué debe tener lugar el encuentro con el Resucitado en Galilea y no en Jerusalén. Galilea es para Marcos la patria chica, el escenario principal de la actuación terrena de Jesús. Ver al Resucitado en la tierra de su actuación terrena significa también poder comprender a Jesús plenamente. Resurrección, aparición y discurso sobre el Resucitado constituyen una unidad inseparable, de manera que el ver incluye la misión de proclamar. (Gnilka, p.402)

Conclusión personal

Hemos hecho mayor referencia al acto de “ver” que al de “creer”, mas no por ello se ve minimizado el acto de “creer”. Pienso que ambos verbos en su sentido teológico bien pueden imbricarse mutuamente, es decir, uno puede preceder al otro y viceversa. Por ejemplo, que las mujeres que seguían a Jesús porque veían sus obras y escuchaban su mensaje creían en él. Ahora bien, el ciego Bartimeo porque creía en el poder de Jesús (y tal vez escuchó hablar de él) pudo recuperar la vista, y no sólo eso, sino que se convirtió en su seguidor convencido como las mujeres. Bien supo Marcos colocar estratégicamante las citas sobre la ceguera para dar a conocer que el mesianismo de Jesús no concuerda con la levadura de los fariseos y de lo herodianos ni con un mesianismo de gloria y poder terrenales, sino que buscó dar a entender que su mesianismo tendría que pasar por el servicio y por el camino de la cruz.

Bibliografía

Biblia de América, (La casa de la Biblia, 1994)
GNILKA Joachim, El evangelio según san Marcos, tomos I y II. Sígueme, (Salamanca, 1986)
GONZÁLEZ Ruiz José Ma. Evangelio según Marcos. Verbo Divino, (Navarra, 1988)
CHARPENTIER Etienne. Para leer el N.T. Verbo Divino, (Navarra, 1981)

Un acercamiento a la realidad de los jóvenes a la luz del Documento Aparecida

PRESENTACIÓN

En el presente ensayo no pretendemos otra cosa sino hacer un acercamiento a la situación de los jóvenes en América Latina con el fin de situarlos como una de las grandes prioridades que tenemos hoy día como Iglesia, toda vez que se nos invita a impulsar nuestra vocación de discípulos y misioneros del Señor. Pero el situarlos tan sólo como una prioridad dejaría una labor inconclusa si no los llamamos a una comunión de vida donde puedan cultivar su experiencia de fe, fomentar su dignidad de personas y desarrollar sus talentos.

Tengamos en cuenta que el mayor porcentaje de nuestra población latinoamericana lo conforman los jóvenes. Ahora bien, si apostamos por un denodado empeño en la renovación de la Iglesia y de la sociedad, el ir hacia los jóvenes será una labor imprescindible. En efecto, es en los jóvenes donde puede florecer la esperanza de un mejor futuro tan siempre anhelado que cambie un estado de cosas que ya son obsoletas cuando no insoportables y que impiden nuestro desarrollo.

No vamos a negar que, si bien es cierto, los jóvenes con su dinamismo y creatividad pueden ser los propulsores de los cambios que requieren nuestras sociedades, comportan todo un desafío porque en ellos también se concentran grandes miserias que obstaculizan su desarrollo y la posibilidad de ser los firmes vectores que todos anhelamos. Pero esas miserias no son innatas en ellos, pues, salvo las propias de la naturaleza humana, muchas veces se deben a políticas erradas que los ha dejado sin oportunidades de progreso, a familias desintegradas que les ha negado un sano desarrollo psíquico y afectivo, a la corrupción institucionalizada que los relega y a tantas formas de violencia que les acompaña desde la niñez a falta de una sólida protección de su dignidad humana y de formación en valores humanos. Y por qué no decirlo, también se deben al descuido de la Iglesia que no ha sabido pasar de la teoría a la práctica eficiente que promueva los jóvenes.

Para acercarnos a la realidad de los jóvenes vamos a tomar por fuente de estudio el Documento de Aparecida. Por método tomaremos el mismo utilizado por los obispos durante la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y de el Caribe: ver, juzgar y actuar (cfr. nº 19). Así, vamos a ver en un primer momento cómo están los jóvenes hoy día, tanto sus luces como sus sombras. En un segundo momento vamos a juzgar según el criterio de Jesús superando concepciones meramente humanas que sólo hunden en el temor y la desesperanza, para que, en un tercer momento, a imitación suya, busquemos cómo actuar en bien de los jóvenes como compete a buenos discípulos y misioneros que buscan que nuestros pueblos en Cristo tengan vida.

Y dado que deseamos que el anuncio de la buena nueva de Jesucristo vencedor de la muerte llegue a cuantos están al borde del camino (cfr: nº 32; Lc 10, 29-37; 18, 25-43), es la hora de reconocer que no nos mueve nada ni nadie más que Jesús mismo, quien nos brinda el gozo de su presencia constante (Mt 28,20) y hace surgir en nosotros la alegría comprometida de darlo a conocer para acercar a nuestra comunión a tantos jóvenes, hermanos y hermanas nuestros que aún viven alejados del Señor.

VER

En su discurso inaugural de la V Conferencia, SS. Benedicto XVI señala a los jóvenes como una prioridad a quienes la Iglesia de Latinoamérica debe atender en su camino de renovación. Llama la atención cómo el Papa tiene una visión esperanzadora de los jóvenes, la cual bien podemos compartir para poner en entredicho a quienes ven en los jóvenes tan sólo problemas, como si fueran únicamente irresponsables, insensibles, inconstantes, apáticos, faltos de ideales, etc.

SS. Benedicto XVI es muy positivo cuando de modo directo dice que “los jóvenes no tienen miedo del sacrificio, sino de una vida sin sentido”[1] (cfr. nº 443), es decir, del sin-sentido de la vida cuya superficialidad o banalidad no les presenta reto o desafío alguno donde puedan explotar sus talentos y probar su libertad como un don. Un aspecto más que en los jóvenes ve el Papa es que son sensibles a la llamada de Cristo[2] con capacidad de dejarlo todo, de seguirlo y comprometerse en la renovación de la Iglesia y de la sociedad donando su vida entera sea como sacerdotes, religiosos, religiosas, padres y madres de familia.

Otro punto que ve el Papa en los jóvenes es que afrontan el reto de la vida como un descubrimiento continuo[3], es decir, que con mirada crítica saben hacerle frente a modas o corrientes en boga, y con profundidad buscan el designio de Dios sobre sus vidas a través de Jesucristo. Sin embargo, esta mirada positiva que SS. Benedicto XVI tiene sobre los jóvenes no le impide ver algunas sombras que se ciernen hoy día sobre ellos ante un consumismo e individualismo galopantes como son: los fáciles espejismos de la felicidad inmediata y los paraísos engañosos de la droga, del placer, del alcohol, incluyendo todo tipo de violencia.[4]

Ahora bien, después de haber señalado la visión que SS. Benedicto XVI tiene sobre los jóvenes –la cual compartimos por parecernos muy esperanzadora- y dado que ellos son una prioridad para nuestra Iglesia, vamos a dedicarnos por ahora a ver con detenimiento lo que podemos considerar, según Aparecida, como los riesgos más comunes que acechan a los jóvenes latinoamericanos. Entre ellos podemos anotar los siguientes:

1. La avidez del mercado (nº 50). Mediante publicidad engañosa se prometen satisfacciones efímeras y felicidades quiméricas a los jóvenes quienes ven desbordado el control de sus deseos. Dado que el mundo moderno vive en pos de lo inmediato, los reduccionismos no se hacen esperar. Así, la felicidad, máxima aspiración del ser humano, se reduce al bienestar económico y material con gratificaciones hedonistas.

2. Individualismo pragmático y narcisista (nº 51). Los jóvenes se ven como abocados a sobrevalorar el aquí y el ahora, sin referencia al pasado que ven con resentimiento por tantas promesas incumplidas por parte de los dirigentes de la sociedad. El futuro lo ven incierto, por lo tanto, rehuyen los compromisos a largo plazo. No le ven más lógica al mundo que la adicción de la búsqueda imparable de nuevas sensaciones. Los valores y las instancias religiosas hace tiempo dejaron de ser prioridad para ellos. Todo esto no se explica sin el hecho de que hoy por hoy vivimos la cultura del individualismo que lleva a la persona a la indiferencia por el otro, de quien no necesita ni se siente responsable (nº 46). Este individualismo es caldo de cultivo del narcisismo que lleva a la persona a preocuparse tan sólo por sí, y reduce las relaciones humanas a objeto de consumo eludiendo todo compromiso responsable y definitivo.

3. Falta de oportunidades agudizada por una educación de baja calidad (nº 65; cfr. nº 445). Esta situación pone rostro sufriente a los jóvenes quienes ven limitadas sus posibilidades de progresar en sus estudios y de adquirir un buen trabajo en el mercado laboral para su desarrollo personal y para constituir una familia. Y es que en una cultura global que privilegia el lucro y estimula la competencia, se da la concentración de la riqueza, del poder y de la información en pocas manos, lo cual deja excluidos a quienes no están suficientemente capacitados e informados acentuando así aun más la desigualdad (nº 62).

4. Desencanto por la política y particularmente por la democracia (nº 77; cfr. nº 445). Hemos asistido en Latinoamérica a un escenario de corrupción política donde reina la impunidad y donde la justicia se vende al mejor postor. Esto pone en entredicho a las instituciones políticas las cuales ven disminuida su credibilidad. Los jóvenes son un sector muy desencantado por constatar que muchas promesas han quedado incumplidas y que el sueño de un futuro mejor tan sólo ha quedado en eso, en un sueño.

5. Las drogas como un escape de la cruel realidad (nº 424). En su mayoría niños y jóvenes se encuentran en situaciones muy precarias por lo que recurren a las drogas para olvidar por un momento su desesperanza fruto de la violencia familiar, baja estima, marginación económica y afectiva, etc. De la frustración que les engendran las drogas no queda más que un mínimo paso hacia la violencia que está revestida de tantas formas y que puede dar cabida a tantos jóvenes quienes al entrar por el sendero de la criminalidad llegan a ver su vida y su futuro seriamente comprometidos (cfr. nº 78). Otros, no tan poco desafortunados, pasan a ampliar las estadísticas de los suicidios (cfr. nº 445).

JUZGAR

Los riesgos enumerados arriba que amenazan a los jóvenes requieren de nuestra parte un discernimiento como discípulos y misioneros para que, siendo portadores de una alegría peculiar, no como sentimiento egoísta, sino como una certeza de fe que serena el corazón y que capacita para anunciar la buena nueva del Señor Resucitado (cfr. nº 32), podamos asumir esos riesgos y rescatar o motivar a los jóvenes a que pongan su esperanza en el Señor que da la vida. Con la mirada puesta en el evangelio vamos a discernir, antes de ponernos en acción, para convencernos primeramente de cómo Dios ama a los jóvenes y los integra a la comunión a pesar de que no falten los pesimistas que los den por vencidos o los quieran ignorar ¿acaso por no permitirle a los jóvenes el acceso a los centros de decisión perpetuándose ellos y sólo ellos en dichos centros?

Vamos a tomar el evangelio de san Lucas cuyo episodio de la hija de Jairo (8, 40-42. 49-55) nos dará luces importantes en nuestra valoración de los jóvenes a partir de la actitud que mostró Jesús acerca de la joven hija de Jairo. Los vv. 40-42 nos describen la primera parte de la trama. Jairo, jefe de la sinagoga, le suplica a Jesús que lo acompañe a su casa, pues su única hija de unos 12 años está a punto de fallecer. En el v. 49 Jairo recibe el aviso de que su hija ha muerto, por lo tanto, ya no hay necesidad de molestar al Maestro. En adelante, las frases que Lucas pone en boca de Jesús son muy significativas pues van preparando el momento culminante en que Jesús levanta a la joven.

No temas, sólo cree y se salvará (v. 50). Con estas palabras se dirige Jesús a Jairo ante el aviso de la muerte de su joven hija. Lo que Jesús le pide a Jairo es tan sólo un acto de fe, que se abra a la bondad de Dios personificada en Jesús mismo venciendo las amarras de cualquier temor, que tenga fe en que él puede hacer algo por su hija a quien ya dan por muerta. Si aparte, nos duele o incomoda la muerte de muchos jóvenes al ver cómo se pierden en los vicios del mundo, mejor sería que nos ocupáramos como servidores del Señor en levantarlos de su postración comunicándoles con vehemencia y caridad el mensaje del Señor. Recordemos que “no tenemos otra dicha ni otra prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en la Iglesia, para que Jesucristo sea encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante las dificultades y resistencias” (nº 14). En Jesús tenemos la salvación para todos. No hay lugar para el temor, hay que tener fe de discípulos que buscan levantar a los jóvenes con esa dicha de sentirnos enviados del Señor.

No lloren más, porque no ha muerto; está dormida (v. 52). Jesús exhorta a la gente que llora la muerte de la joven a ver el hecho con profundidad: la joven no está muerta, sino dormida. Y es que en momentos límites, corremos el riesgo de desmoralizarnos fácilmente por no entender aún que en Jesús tenemos la vida misma (Jn 11,25; 14,6), de modo que resulta más fácil llorar que actuar. En efecto, “si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad” (nº 22).

Muchacha levántate (v. 54). Esta orden dada por Jesús a la joven refleja bien el deseo que, cual grito desesperado, hoy día como Iglesia y sociedad compartimos por ver a los jóvenes liberados de tantas ataduras como las drogas, el alcohol, las pandillas, el consumismo alienante, etc. Queremos ver a los jóvenes de pie, que en vez de ser vistos como el problema, sean vistos como la esperanza de un mejor mañana. A quienes se hallan atados por el consumo o por los vicios que los vuelven abúlicos, no hay mejor manera de levantarlos que haciéndolos partícipes del misterio de Jesucristo quien, “por el Espíritu Santo nos hace pasar de la muerte a la vida, de la tristeza al gozo, del absurdo al hondo sentido de la existencia, del desaliento a la esperanza que no defrauda” (nº 17). Si gracias a Jesús, el espíritu volvió a la joven, gracias a él volverá a los jóvenes cuya vida agoniza o parece estar muerta.

Jesús mandó que le dieran de comer (v. 55). Habiendo levantado a la joven, Jesús ordena que le den de comer. El comer es signo de comunión donde los miembros de una familia se encuentran y comparten la vida. Es fundamental para nuestros jóvenes reintegrarlos a la comunión de nuestra familias, de la sociedad, de la política, del trabajo, del deporte, del arte, de la Iglesia misma. Si les creamos espacios donde puedan sentirse acogidos y reconocidos con capacidad de participar, entonces podrán ejercer resueltamente sus dotes naturales encontrando una razón por la cual hallarle gusto y sentido a la vida. Jesús reintegró a la joven a la vida de comunión. Como Iglesia no tenemos otra cosa que dar de comer sino lo que nutre y fomenta nuestra comunión: la palabra de Dios y el pan del cuerpo de Cristo, es decir, la Eucaristía, participación de todos en el mismo pan de vida y en el mismo cáliz de salvación que nos hace miembros del mismo cuerpo, siendo ella fuente y culmen de nuestra comunión (cfr. nº 158).

Hoy, en vez de anticipar juicios peyorativos sobre los jóvenes, mejor sería que nos dejáramos interpelar a nivel individual, institucional y eclesial qué tanto hemos hecho por los jóvenes, qué tan responsables nos sentimos de su situación y si en verdad nos dejamos conmover por las miserias que a muchos envuelven al carecer de lo fundamental para llevar una vida digna; mientras que, otros, por tener tanto, han perdido su vocación trascendente que los comunica con Dios y se encuentran en una especie de vacío intolerable que los lleva a conseguir placeres efímeros que los elevan por un momento de su triste situación para volver a dejarlos caer más hondo todavía.

Un ultimo dato. Para integrar a los jóvenes a la comunión del hogar, de la sociedad y de la Iglesia, será factor fundamental el lenguaje con que nos dirigimos a ellos. Sucede que a veces usamos un lenguaje poco significativo (cfr nº 100 d) que no sintoniza con los códigos que manejan los jóvenes. No bastará la simple buena voluntad, sino el afrontar el reto de insertarse en el mundo de los jóvenes usando un lenguaje adecuado a ellos que les muestre lo bello de la vida, que les haga descubrir su dignidad de persona y que los impulse a llevar una vida entregada al señor trabajando por el bien de sí mismo y de los demás, a la vez que van adquiriendo una participación activa en la comunidad cristiana.

ACTUAR

Después de haber considerado la actitud de Jesús hacia la joven, podemos más preciso visualizar así su actitud para con todos los jóvenes de hoy que parecen estar sin vida. Podemos proponer algunas pautas de acción que ofrece el documento de Aparecida para motivarnos como Iglesia a trabajar para que los jóvenes, integrados a la comunión, se vean a su vez motivados en vistas a la consecución de una vida digna y de cercanía con el Señor que da la vida.

1. Formar en la ética cristiana (nº 406 b). Esta formación asume el reto de la búsqueda del bien común creando oportunidades para todos y combate el flagelo de la corrupción que atrasa nuestros pueblos y que genera riqueza sólo para unos pocos en perjuicio de la mayoría. Asimismo, esta formación busca la creación de trabajos bien remunerados donde los derechos laborales sean respetados a favor de quienes tradicionalmente han sido olvidados como los jóvenes. La prioridad de esta ética será el reconocimiento de la dignidad de cada persona humana.

2. Renovar, en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y realista, la opción preferencial por los jóvenes (nº 446 a). En la opción por los jóvenes, se hace necesario un fuerte impulso a la pastoral de la juventud en nuestras comunidades eclesiales en la cual los jóvenes hallen espacios que les permitan tener un encuentro con el Señor y sentirse acogidos en la comunidad, donde también puedan desarrollar sus talentos y descubrir la llamada del Señor (cfr. nº 314). Aquí es donde las familias pueden ejercer un papel insustituible asumiendo su ser y su misión tanto en la sociedad como en la Iglesia (cfr. nº432). En efecto, creemos que la familia es imagen de Dios, que no es por tanto soledad, sino una familia que en la comunión de las tres personas divinas encuentra el modelo perfecto, su bella motivación y su destino (cfr. nº 434): formar jóvenes dignos e íntegros para el beneficio de la Iglesia y de la sociedad.

3. Alentar los movimientos eclesiales que tienen una pedagogía orientada a la evangelización de los jóvenes (446 b). Así se aprovecharía la valentía con que cuentan los jóvenes para entregar su propia vida en aquello que para ellos pueda tener sentido. Con su generosidad son capaces de servir a los más pobres y necesitados a tiempo completo. También tienen la capacidad e inteligencia de discernir las falsedades que el mundo y los placeres inmediatistas ofrecen (cfr. nº 443). Los movimientos juveniles no deberían olvidar que están llamados a transmitir a sus hermanos jóvenes la corriente de vida de Cristo, es decir, que como jóvenes están llamados a evangelizar a otros jóvenes.

4. Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su seguimiento en la Iglesia (nº 446 c). A la luz del proyecto que Dios que tiene para cada uno de sus hijos e hijas, se buscará la plena dignidad del ser humano, y la formación de la personalidad, sin que por ello falte la propuesta de una opción vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada y el matrimonio. En el acompañamiento vocacional se les introduce a la vida de oración y a frecuentar los sacramentos, así como a echar mano de todo apoyo espiritual como la dirección espiritual y el apostolado que les sostenga y les ayude en la profundización de su opción vocacional.

5. Privilegiar en la pastoral de la juventud procesos de educación y maduración en la fe, como respuesta de sentido y orientación de la vida, y garantía de compromiso misionero (nº 446 d). Para que el joven no llegue a tomar la comunidad eclesial como un espacio más de distracción para llenar sus vacíos afectivos o suplir sus carencias, se les presentará una catequesis atractiva por la cual puedan descubrir el misterio de Cristo. Se les mostrará la belleza que encierra la Eucaristía de modo que encuentren en ella a Cristo vivo. Así mismo se les hará entender que lo fascinante de la Iglesia es que nos convoca como hermanos y hermanas, miembros de una misma familia y que nos enseña a vivir en comunidad. En efecto, para eso la Iglesia es casa y escuela de comunión (Novo Millennio Ineunte nº 43).

6. Formación de jóvenes para la acción social y política y el cambio de estructuras (nº 446 e). Dado que nuestros pueblos son de población mayoritariamente joven, podemos ver en los jóvenes un enorme potencial para el hoy y el mañana no sólo de la Iglesia, sino de cada uno de nuestros pueblos latinoamericanos como discípulos y misioneros del Señor (nº 443). Afortunadamente contamos en la Iglesia con un cuerpo de doctrina social que ayudará a asumir la opción preferencial y evangélica por los pobres y necesitados. En los jóvenes descansa nuestra esperanza de dar a la política un nuevo rostro con el fin de tornar las estructuras de la sociedad a un modo más justo. Al seguir a Cristo, los jóvenes se verán comprometidos en la promoción de la dignidad humana y de las relaciones sociales fundadas en la justicia (nº 112).

7. Urgir la capacitación de los jóvenes para que tengan oportunidades en el mundo del trabajo y evitar que caigan en la droga y en la violencia (446 f). Se constata el hecho de que un gran sector de la juventud no encuentra las oportunidades ni para estudiar ni para trabajar y se ve en la necesidad de emigrar en busca de un mejor futuro (cfr. nº 445). Otros más, al verse desempleados y sin referente alguno que dé sentido a sus vidas, llegan a formar parte de grupos juveniles violentos que son tan sólo una de tantas caras de la misma violencia que recorre el continente.

No podemos olvidar nuestra denuncia profética de los intereses económicos creados con el tráfico de drogas de parte de personas sin escrúpulos que sobornan autoridades e instituciones con el poder que da el dinero sucio aprovechándose de la desesperanza de los jóvenes que recurren a las drogas para olvidar su cruel y triste realidad (cfr. nº 424).

CONCLUSIÓN

Al hacer opción por lo jóvenes de nuestro continente de algún modo es también hacer opción por los pobres. Aparecida pone en claro que un significativo sector de la juventud padece secuelas de pobreza que los afecta hondamente limitando el crecimiento armónico de sus vidas y excluyéndolos hacia ambientes que terminan por alienarlos confundiendo así su identidad personal y social (cfr. nº 444). Los cambios del mañana para nuestros pueblos no pueden venir más que de los jóvenes, en quienes existe el germen de la semilla que avecina un nuevo y mejor amanecer para nuestras vidas. No podemos quedarnos, por consecuencia, con los brazos cruzados al ver que los jóvenes se marchitan probando los placeres banales que les ofrece el mundo. Es por ello que, como Iglesia, nos vemos exigidos a dedicar tiempo completo a los jóvenes, atenderlos amablemente, escucharlos, acompañarlos en la dificultad, estar con ellos y desde ellos buscar la transformación de su situación.

En lo personal, acompaño a un grupo de jóvenes en un pueblo joven de Chorrillos desde hace tres años. La realidad de ellos, de algún modo, me da a conocer la realidad de muchos jóvenes de la periferia de Lima. En ellos es evidente la frustración al no poder conseguir un mejor trabajo o por no tener oportunidades de estudio lo cual hace nacer en ellos la idea de emigrar a otro país con el fin de mejorar su situación. Se puede ver cómo son engañados por el consumismo en su búsqueda de llevar un tipo de vida que no va acorde con su situación socioeconómica. El hecho de ser hijos de migrantes, procedentes en su mayoría de la región andina, crea en ellos una cierta confusión de identidad por encontrarse en un sitio, como la gran Lima, que tal vez sienten que no les corresponde. Los graves problemas familiares de desintegración los hace violentos. Están bajo el grave riesgo de ser influidos por malas compañías que los inducen por los senderos de la droga y el alcohol. Otro de los problemas que presentan es que a temprana edad incurren en la promiscuidad sin la debida madurez para ejercitar una paternidad responsable.

No obstante, en ellos se puede ver esa luz que, a pesar de tantas sombras, no puede ser apagada: su juventud que, por su misma naturaleza, florece y da esperanza. Es por esto que podemos ver muy motivante aquella frase de Jesús hacia la joven hija de Jairo: no ha muerto; está dormida (Lc 8, 52). ¿Qué nos queda entonces sino con la fuerza de Jesús levantar los jóvenes del camino? pero también y sobretodo darles de comer (cfr. Lc 8,55), es decir, integrarlos a la comunión plena con la sociedad y con la Iglesia mediante un proceso de acompañamiento cercano manifestada en opciones y gestos concretos evitando toda actitud paternalista que les impida madurar y ser responsables.

En esta hora de desafío en que al parecer nos vemos desbordados por las respuestas y el trabajo que se nos exigen como Iglesia en la atención de tantas realidades impostergables como es el caso de los jóvenes, no estaría demás hacer nuestra, junto con SS. Benedicto XVI, la súplica de los discípulos de Emaús[5] (Lc 24,29; cfr. nº 554): “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado”. Y especialmente suplicamos que el Señor se quede con nuestros niños y nuestros jóvenes, esperanza y riqueza de nuestro continente, para que se vean libres de las insidias que acechan su inocencia y sus legítimas esperanzas.

Como discípulos y misioneros de Jesucristo, hemos de ver en los jóvenes el blanco de nuestro apostolado si en verdad deseamos una sociedad y una Iglesia renovadas con un rostro joven y digno que las mantenga siempre de pie.

Bibliografía:

+ Documento Aparecida. V Conferencia del Episcopado latinoamericano y de el Caribe. Paulinas (Lima 2007).
+ SS. Juan Pablo II, Carta Apostólica Nouvo Millennio Ineunte.
+ Biblia de América.

[1] Documento Aparecida. V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y de el Caribe. Paulinas (Lima 2007). Discurso Inaugural p. 20.
[2] Ibid
[3] Ibid
[4] Ibid.
[5] Ibid.