La religión como libertad

1. LIBERTAD Y RELIGIÓN

Tesis: reconocer la libertad de religión significa desvelar la religiosidad de la libertad y como consecuencia la religión como libertad.

a) Libertad como deber. La verdadera libertad es escoger la verdad, pero hasta no aceptar antes el deber de abrazarla, la verdad no libera. Imposible reconocer la verdad si no estamos enraizados en ella.

La espiritualidad cristiana, para promover la obediencia y la humildad resaltaba los riesgos de la libertad y los desastres del libertinaje, así como guardarse de un espíritu de independencia y del propio juicio. La libertad era como voluntad autoafirmativa del hombre contra los derechos de Dios o contra los derechos objetivos de la verdad.

b) Libertad como derecho. La modernidad tiene la idea de que la libertad es un derecho supremo e inalienable de la persona, por lo cual la libertad supera todo otro valor. Hoy se vive un desplazamiento de lo objetivo a lo subjetivo y cobra mayor relevancia la persona humana y su subjetividad, no el orden objetivo de las ideas.

Característica de nuestro tiempo es la primacía de la dignidad de la persona tomada en sí misma, idea opuesta a la de otros tiempos en que la dignidad de la persona se tomaba en referencia a algo externo de la persona: religión, nación, clase, raza, etc.

Vuelta a la tesis: reconocer el hecho de la libertad religiosa lleva a afirmar que el acto fundamental de la religión es el acto libre, y que el acto libre es el acto religioso por excelencia.

2. RELIGIÓN COMO LIBERTAD

Desde el punto de vista tradicional, la libertad no se puede dejar “libre” si se quiere proteger el orden y la religión. Es decir, el hombre solo puede vivir en un estado de libertad condicional, es por ello que se le ha institucionalizado la vida. Pero institucionalizar la libertad significa destruirla, independientemente de los abusos por parte de la autoridad, que puede obedecer ciertos límites cuando procede de Dios, pero se puede volver tirana si reclama total autonomía o si pretende ejercer en nombre de Dios.

a) Religión, vía de salvación, instrumento de liberación. Una definición esencialista de la religión subraya la dependencia, el deber, la contingencia de un ser que no se basta a sí mismo. El autor ofrece mejor una definición existencialista de religión: “religión significa vía de salvación, o la religión aspira a ser una vía de liberación”, viendo la religión como una realidad existencial sin dejarse subyugar por límite alguno. En la búsqueda de una acepción más amplia del concepto religión se puede decir que todo conjunto de medios que busque llevar al hombre hacia el fin de su vida, se conciba como se conciba este fin, puede ser considerado religión.

El hombre de hoy tiene sed de ser liberado de toda cosa y de todo límite. El acto religioso por excelencia es visto y vivido en el acto de liberación de toda cosa.

Llegados a este punto el autor fija la primera parte de la tesis: El fin del hombre es la liberación, que no es otra cosa que la liberación de toda constricción, de todo límite que nos impide realizarnos. Si la religión pretende salvar al hombre, puede hacerlo poniéndolo en el camino hacia la plenitud de su ser.

b) Religión como libre acto de liberación. Un acto que no sea libre no puede llamarse acto religioso. Cuanto más libre es realizado un acto, tanto mayor es su valor humano y religioso. Es por ello que la religión se distingue de la magia que busca obtener resultados sin compromisos, por el hecho de que la libertad es esencial al acto religioso.

Según la terminología tradicional, es el nuevo sacrificio lo que el hombre mismo cumple libremente, porque lo siente brotar desde dentro de su mismo ser. Esto le confiere la necesaria conciencia para colaborar y participar en el acto con el que llega a la liberación de su ser.

Si el hombre es capaz de cumplir un acto libre, un acto mediante el cual expresa, muestra y se crea a sí mismo, él está salvado, o por lo menos ha realizado un acto que lo lleva hacia su liberación, su salvación o realización. Y esta es la esencia del acto libre.

c) Religión como libertad creativa. Desde un punto de vista antropológico: solo el acto creativo es perfectamente libre. Todo acto, en la medida en que es libre, es creativo; si no crea no es libre, sino que se limita a volver a mezclar las condiciones ya dadas. Desde un punto de vista cosmológico: la experiencia del hombre contemporáneo que se encuentra, y sobre todo se cree, no tanto dueño del universo cuanto, en cierto sentido su constructor, su socio responsable, es una experiencia religiosa fundamental.

d) Una hermenéutica cristiana. La libertad cristiana es la libertad humana y Cristo es el liberador. Él ha venido para que juzguemos por nosotros mismos, carguemos con nuestras responsabilidades, hagamos fructificar los talentos que nos han sido dados y aprendamos a perdonar.

APORTE PERSONAL:

Soy de la idea que la persona hasta que no encuentra aquello que la apasione y por lo cual esté dispuesta a dar su vida no será enteramente libre, es decir, no llegará a la plenitud de su ser. Y aquello que se convierte en su pasión es por lo cual se desvive a la vez que se vuelve creadora en la búsqueda continua de lo cual ocupa y llena su vida.

Es entonces cuando la persona siente su libertad con plenitud, porque libremente se entrega, da su vida, y en este darse experimenta y ejerce su potencial creativo. Y crear es dar la vida, es des-vivirse, es des-velarse, transparentar en algo externo el propio yo en que se ha dejado la propia huella. Crear es como un morir en otra cosa, es un acto sin el cual –paradójicamente- no sentiríamos “vida”. Y esta entrega libre, apasionada y creadora solo se puede explicar desde un acto religioso, sin el cual tan habría mezquino interés.

Considero que el concepto religión es muy adecuado para designar el acto por el cual el hombre libre y apasionadamente se entrega a aquello que ve como su salvación, su pasión, es decir, aquello que por lo cual no dudaría ni un instante en dar la vida, y sin lo cual vería su vida como un sin-sentido.