viernes, 26 de diciembre de 2008

La hermenéutica en Gadamer

1. Verdad como adecuación y verdad hermenéutica

Se trata de afirmar la existencia de una verdad que no puede ser captada por el método de las ciencias físico-matemáticas, que es previa a lo científico; esta verdad se produce en las llamadas ciencias del espíritu, tales como la filosofía, o la historia, la ciencia teológica o en las experiencias con las obras artísticas.

El concepto de verdad de las ciencias físico-matemáticas es el concepto de verdad como adecuación, que es la representación o imagen que hay entre la mente del sujeto con el objeto exterior del que se ocupa.

La verdad en las ciencias físico matemáticas tiene su relación directa entre imagen y exactitud, es decir se puede comprobar o verificar. La verdad en las ciencias del espíritu no es comprobable con exactitud, tiene otra forma de verificarse, que se va encontrando y desvelando a partir de una experiencia y del acercamiento que el individuo va teniendo ante su búsqueda.

Por ello, la palabra clave es participar. La comprensión de un hecho, nos remite a una lógica de la participación que precede a la lógica de la objetivación, entonces lo esencial no es controlar al objeto entendido como lo otro a lo extraño, a la manera de las ciencias de la naturaleza, sino la relación previa con el objeto.

2. Verdad hermenéutica y experiencia estética

La verdad hermenéutica solo se da si es verdad para mí, si me incluye, mientras que si es una verdad para todos, objetiva e impersonal, entonces es una verdad objetiva, como la verdad del teorema de Pitágoras.

La experiencia estética exige que el sujeto se apasione y vaya más allá de la apariencia objetiva de la obra, que se produzca un juego de la representación durante el cual el sujeto se abandona completamente, dejando de ser conciencia dominante, al mismo tiempo que la obra va adquiriendo sentido o identidad en tanto que acontece o se conforma, en tanto que alguien la contempla u observa.

La experiencia estética no es una experiencia completamente subjetiva o completamente objetiva, sino que es un proceso participativo durante el cual el sujeto pierde en cierto modo su identidad para recuperarla más plenamente.

3. Verdad hermenéutica y experiencia histórica

El acto de comprender

El acto de comprender no es tanto un acto de subjetividad cuanto un acto de inserción de la propia individualidad en un proceso de tradición, un contacto continuo entre el pasado y el presente.

Para comprender algo hay que estar instalados en un horizonte significativo a partir del cual:
aparece el objeto de nuestra comprensión, y
pueda ser comprendido.

Este horizonte nos lo da la tradición en la que nos movemos.

Dos tipos de prejuicios

Prejuicio ilegítimo o no justificado: dogmática sumisión o sujeción a una autoridad, o el resultado de la precipitación de nuestros juicios.
Prejuicio legítimo o justificado: permite al individuo reconocer el valor de la tradición y a partir de ello reconocer su propia productividad.

Un prejuicio legítimo no es otra cosa que una precomprensión transmitida históricamente que precede a la inteligencia, la cual se logra después mediante una exposición metodológica, y que muestra precisamente la existencia de ese estado original natural o primer horizonte previo de experiencia general del mundo al que Gadamer llama verdad.
Comprensión del texto

El hallarnos en un determinado contexto histórico permite que podamos comprender un texto del pasado, y evidentemente nuestra comprensión estará determinada por ese contexto, sin olvidar que, en la comprensión también intervienen nuestras circunstancias personales que permiten encontrar en el texto más de un sentido.

Cuando estamos comprendiendo el texto, se produce lo que Gadamer denomina una fusión de horizontes. Formamos parte de lo que estamos comprendiendo, nos estamos comprendiendo a nosotros mismos y encontrando nuestro sentido o verdad.

4. Verdad hermenéutica y lenguaje

Comprensión y diálogo

Comprender una obra de arte o un texto no deja de ser conversar con ellos, mantener un diálogo en que les preguntamos y ellos responden, y sus respuestas son a su vez preguntas dirigidas a nosotros mismos.

En última instancia toda interpretación no es más que la forma de realizarse la comprensión, interpretación o comprensión que se desarrolla en el medio de un lenguaje, en un diálogo con el otro o en un diálogo con uno mismo que pretende al mismo tiempo dejar hablar al objeto.

“La ciencia hermenéutica señala que cada lector recrea en cierto modo el texto y le da vida; es interpelado por él, al tiempo que él mismo interpela al texto, lo interpreta y actualiza según su situación. Así, la significación de un texto se va enriqueciendo a lo largo de las diversas lecturas” (Reseña Bíblica, 2008, nº 58, p. 31).

La mediación del lenguaje

Nuestra experiencia del mundo es lingüística. El lenguaje es la mediación primaria e ineludible para el acceso de la conciencia al mundo, pues es el que articula toda conciencia y todo saber. Solo comprendemos un mundo o un pensamiento a través de la palabra, con la cual manifiestan un sentido.

­Interpretación y comprensión = realidad

Frente a la ilusión idealista de una autocerteza de la conciencia y frente a la ingenuidad positivista de concebir los hechos que registramos como la verdadera dimensión de la realidad, Gadamer insiste en que solo mediante la interpretación y la comprensión algo se convierte en hecho, en una realidad dada, que la realidad es el resultado de nuestra interpretación y de nuestra comprensión.

5. El carácter dialógico y ético de la comprensión

Frente al ideal de dominio del conocimiento científico, Gadamer defiende que el conocimiento y la comprensión no son un dominar, sino un participar en el ser y en la verdad, que el comprender se puede integrar en el ser de lo comprendido.

Gadamer aspira a que el ser humano se reconcilie con su finitud, esto surge de la comprensión y de la aceptación se su manera de ser. Esta finitud es la apertura a un tú, la participación de una verdad entendida como la conformidad de todas las partes individuales con su conjunto, como un diálogo que no tiene por qué terminar en un ajuste, sino más bien tiene que abrirse y así encontrar su fundamento o sentido.


El ser humano, en tanto que es un ser que vive en una situación concreta y dispone de un lenguaje concreto, es temporal y finito, pero en tanto que es capaz de comprender forma parte de la tarea infinita de manifestarse o de conformarse el ser o el sentido de lo comprensible, de la verdad originaria, del mundo.

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