A propósito de la pascua de resurrección 08/04/07.
Al grupo Jóvenes Combonianos en busca de Cristo.
Queridos jóvenes:
Quiero compartir con ustedes una carta que envié a uno de mis sobrinos que tiene 20 años de edad. Tuve que hacerle algunos cambios para adaptarla a ustedes. Espero que les sea de mucho provecho, y por qué no, algún día poder comentarla en el grupo.
El ser humano es siempre perfectible, se puede llegar a ser grande en la vida, tan sólo hay que proponérselo. Pero debe haber algo que nos atraiga para tender hacia la perfección en la vida, y ese algo debe ser el amor, pero empezando por el amor a uno mismo, reconociendo nuestra dignidad como personas humanas que somos, pues no somos cualquier otra cosa sino hijos de Dios que nos ha creado a su imagen y semejanza.
Igualmente importante es el amor al prójimo, a nuestros semejantes, sólo nos realizamos como personas cuando entramos en contacto con los demás. Las relaciones interpersonales nos enriquecen mucho, nos ayudan a reconocer nuestros defectos y a reconocer nuestras virtudes, incluso las que desconocíamos. La persona se siente absolutamente sola cuando no tiene con quien interactuar, además, se empobrece. El amor trasciende todo, nosotros como personas sólo descansamos en el amor, cuya única fuente se encuentra en Dios-Amor (1 Jn 4,8). Es decir, nuestro amor no se agota en esta vida, sino que espera ser colmado en su totalidad cuando tengamos ese encuentro con Dios después de esta vida, entonces le veremos a Él cara a cara.
También el amor por la vida, es otro factor importante, hay que ver la vida como un don de Dios, nada hicimos por merecerla, tomémosla como un reto para gozar al máximo dedicándonos en algo provechoso que dé frutos agradables, si Dios nos dio la vida no es para que la desperdiciemos, sino para que disfrutemos de la bondad de su creación participando en su obra creadora mediante el trabajo honrado.
En este mundo donde el amor se vuelve mezquino y se pone en venta por nuestro egoísmo e interés, debemos dar muestras de nuestra fe en el amor de Dios que se nos manifestó con totalidad en la persona de Cristo, que es camino, verdad y vida, la solución a nuestros males, la fuerza que nos impulsa a enfrentar la vida siendo alegres y valientes con fe, esperanza y amor. Él también nos dará la humildad al contemplarlo en la cruz para perdonar las ofensas que hemos recibido, porque no hay mejor sanación para la persona que vivir sin odios, sin rencores, buscando ante todo la unidad y la paz.
Jóvenes, tengan ánimo y sigan adelante. Busquen ser personas de provecho, no sean del “montón”. Destáquense con ese potencial de juventud que Dios les ha dado, háganlo ahora que gozan de un gran tesoro: la juventud. El tiempo se acaba, no regresa y no perdona. Así que, vamos. Comenta este mensaje con tu familia y amigos, medítalo. Busquen el consejo de gente prudente y, atentos, aléjense de malas compañías, que, como manzanas podridas tan sólo buscan pudrir las manzanas buenas que son ustedes.
Ánimo, tengan fe y no tengan miedo, el Señor está tan cerca de nosotros como no imaginan, ustedes son muy valiosos para él y espera la respuesta de cada uno de ustedes. Hazlo por ti, vale la pena.
Con gran estima, su hermano: Fernando Cortés Barbosa, mccj.
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