viernes, 17 de octubre de 2008

Monarquianismo

En los s. II y III ante la fe trinitaria hubo fuerte movimiento monarquianista por quienes veían amenazada la unidad de Dios. Dos corrientes sobresalen:

1. Monarquianismo dinámico o adopcionista: Cristo es tan sólo un hombre, dotado de una fuerza divina.
2. Monarquianismo modalista (sabelianismo): Cristo sería uno de los modos con que Dios puede presentarse. Este movimiento tuvo en Sabelio su representante. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres modos de manifestarse. Sólo hay una persona, la del Padre, que se manifiesta a veces como Hijo, y otras como Espíritu Santo. En esta corriente se ubica Praxeas, que encontró impugnador en Tertuliano hacia el año 200 en Cartago.

Praxeas: modalista patripasiano. Para él sólo existe el Padre, que se hizo Hijo naciendo de María. Encarnándose se ha hecho Hijo, su propio Hijo, procedente de sí mismo. Es el Padre quien sufre y quien muere en la cruz (patri passio).

Tertuliano: Para hacerle frente a la doctrina de Praxeas redactó Adversus Praxeam. Señala que lo más importante es saber lo que enseñaron los Apóstoles. Por ello, es preciso acudir a la regla de fe de las iglesias madres. “Hay una regla de fe según la cual existe un solo Dios creador del mundo, cuya palabra (su Hijo) descendió por obra del Espíritu santo y con la fuerza de Dios Padre sobre la Virgen María, encarnándose en su seno maternal y naciendo de ella como Jesucristo...quien predicó, obró milagros, murió, resucitó y subió a la derecha del Padre y envió al Espíritu Santo que debe mover a los fieles...”

Tertuliano es el primero en emplear el vocablo persona para nombrar a los “tres sujetos” trinitarios. Establece un paralelo entre la Trinidad y el derecho romano que admitía varios emperadores, pero un solo imperio. Una administración no se destruye, sino que se fortalece al tener el emperador quienes le ayuden a gobernar; quedaría destruida si se confiere un poder contrario. Así creemos que el Hijo y el Espíritu santo siendo distintos del Padre tienen, sin embargo, con él la misma naturaleza, mismo poder idéntico rango.

Para explicar la triplicidad divina sin atentar contra la unicidad, recurre al concepto de relación de origen, que no implica separación, aunque sí distinción. Hay distribución de la unidad, pero no separación. “Cuando hay una nueva realidad hay dos realidades, cuando hay una tercera hay tres realidades. El Espíritu es una tercera realidad que procede del Padre y del Hijo, como el fruto es una tercera realidad procedente de la raíz y del retoño, y el río es una tercera realidad procedente de la fuente y del arroyo, y el punto de luz es una tercera realidad con respecto al sol y a su rayo. Con todo, nada queda separado de la matriz de la que recibe sus propiedades.”

Para explicar las relaciones de origen dentro de la divinidad, adopta la analogía de las dos operaciones psicológicas del alma humana: entender y querer. “La palabra es en ti en cierto modo como una segunda persona: en sí misma la palabra es algo distinto de ti, ya que por ella hablas pensando, y por ella piensas hablando. Con cuanta mayor plenitud se dará esto en Dios. También él tiene en sí mismo la razón, y con la razón su Palabra que era distinta de él por su actividad dentro de él”.

Afirma la divinidad del Hijo al decir que es de la misma sustancia del Padre. El Espíritu Santo es Dios, de la sustancia del Padre. Un mismo Dios con el Padre y el Hijo. “La herejía de Praxeas piensa estar en posesión de la pura verdad cuando profesa que para defender la unicidad de Dios hay que decir que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son lo mismo, cuando los tres son uno por el hecho de que los tres proceden de uno por unidad de sustancia, manteniendo el misterio de la economía divina, que distribuye la unidad en la trinidad, poniendo en su orden el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.

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