CASTILLO José María. La Iglesia que quiso el Concilio. PPC (Madrid, 20022), pp. 7-58.
Introducción
+El mayor acontecimiento de la Iglesia del siglo XX, el concilio, es para unos desconocido, para otros olvidado y para muchos incomprendido.
+¿Fracaso, frustración, desencanto? Tal parece que los documentos del concilio no dan respuesta eficaz a los problemas actuales.
+Muchos eclesiásticos siguen más centrados en la Iglesia (clericalismo) que en la misión hacia los demás.
+Los jóvenes no valoran la Iglesia ni se identifican con ella, es más, se alejan de ella.
+Hay crisis vocacional de sacerdotes y religiosos/as. Muchas parroquias existen sin misa.
+La Iglesia se verá en la necesidad de dar mayor protagonismo a los laicos.
+Una causa de tanto desafío es que la Iglesia tardíamente llega a escuchar los signos de los tiempos, a ponerse a tono según los cambios actuales para decir lo suyo de modo audible y aceptable.
+Pregunta inevitable: la institución eclesiástica tal como está hoy día tanto en su organización como en su función ¿favorece o impide encontrar a Dios?
Opinión personal: Tiene razón Castillo al dolerse del desconocimiento que existe en torno al Concilio y peor aún de su puesta en práctica por quienes lo conocen. Y es que, habrá que reconocerlo que aún estamos muy lejos de ser la Iglesia que quería el Concilio: un Pueblo de Dios donde hasta el último fiel tiene cabida, atención, protección y responsabilidades. Una Iglesia así paulatinamente va a la defección. Siempre he creído que una Iglesia viva está llena de jóvenes, pero, como apunta castillo, estos se sienten alejados, cuando relegados de ella pues no sienten hallar sintonía con sus aspiraciones profundas. Ellos más que nadie nos ponen en tensión a fijarnos en los signos de los tiempos actuales por dar respuestas desde nuestra esperanza y no quedarnos indiferentes ante un mundo que cambia vertiginosamente.
Iglesia hoy: La introducción que ofrece Castillo es para ponerse a pensar en serio acerca de nuestros métodos pastorales, pues efectivamente vemos que los fieles se nos van de las iglesias, algunos se vuelven evangélicos por ver mayor dinamismo quizá, o simplemente se vuelven indiferentes a todo lo religioso que todavía es peor por cuanto forjan su propia ley individualista quedando sin dar respuestas a los deseos más profundos de su corazón que sólo Dios puede satisfacer. Una vuelta al Concilio, a la revisión de sus postulados y a una adaptación a los desafíos actuales es lo que necesita nuestra Iglesia para que el acontecimiento más grande del siglo en nuestra Iglesia no perezca.
1. El hecho mismo del concilio.
+El Vaticano I formuló la infalibilidad del Papa, de lo que se sigue que, toda autoridad y verdad en la Iglesia es parte de la autoridad y de la posesión de la verdad del soberano pontífice. Cuando habla el Papa, habla Cristo.
+La Iglesia en la antigüedad funcionaba distinto al s. XX, por ejemplo, el concilio de Nicea (325) fue convocado por el emperador Constantino. El papa no convocó ni presidió. Desde el s. XIX el poder se ha centralizado en el Papa, pero esto no siempre fue así, ya la Iglesia siempre ha sido la misma, la de ayer y la de hoy.
+El Vaticano II manifestó que el poder no está centrado en el Papa, sino que es compartido con los obispos de todo el mundo.
+Idea de Juan XXIII era que el Papa no se basta para gobernar las Iglesia, que ésta no es institución jurídica donde el Papa manda y todos obedecen, sino que es una comunidad en la que todos somos responsables según el don de cada quien.
+Después del concilio, el Derecho canónico en su canon 338, estableció que, el Papa tiene el poder de aprobar los decretos, con lo cual se ve una vez más la tendencia de concentrar cada vez más el poder en el Papa, así se limita el poder de los obispos y del resto de la Iglesia.
Opinión personal: Celebro bastante la idea de Juan XXIII de no haberse fincado en la infalibilidad que le daba un poder total de dar soluciones desde su cátedra a cuanto problema se le pudiera presentar. Los tiempos son otros, y en este el Papa creo que estaba en perfecta sintonía. Su iniciativa de convocar el Concilio para dar voz a todos es muy loable, especialmente a los obispos con quienes buscará crear colegialidad; sin embargo, posteriormente tal colegialidad se ha venido a menos con gran influencia de la curia romana.
Iglesia hoy: Si el canon del Derecho canónico no. 338 dice que sólo al Papa le compete aprobar los decretos, vemos, como bien apunta Castillo, una vez más la tendencia de concentrar en el Papa un poder total, luego ¿dónde quedó la colegialidad? Es notorio que nuestras iglesias dependen cada vez más de Roma, se nota en las liturgias sin vestigios locales y en un control estricto del pensamiento teológico. Al parecer la ida de Juan XXIII de buscar consenso universal fue quedando poco a poco al olvido.
2. La Iglesia que no quiso el concilio.
+El Esquema de la constitución dogmática de la Iglesia preparado por una comisión fue rechazado dado que no representaba la Iglesia que quería el concilio, pues buscaba afirmar la autoridad de la Iglesia y el significado de salvación que tiene el aparato institucional.
+De la Iglesia afirmaba dos características determinantes: lo autoritativo y lo jurídico.
+De aceptarse una jerarquía eclesiástica, se seguiría una sociedad desigual donde los súbditos se someten a sus superiores; y se cierra el diálogo con otras iglesias.
+Con el Esquema buscaba una Iglesia basada en la autoridad, el derecho y las leyes, por encima de una Iglesia que es comunión de personas, con Jesús y con el evangelio.
+El argumento del esquema era que, el Papa, siendo fuente de jurisdicción de toda la iglesia, otorga poder a los obispos, éstos lo reciben no en virtud del sacramento, sino por delegación del Papa. Entonces, en la Iglesia, ¿la autoridad reside en Dios o en el Papa?
+La intención del esquema era reafirmar la autoridad del magisterio del Papa (especialmente) y de los obispos. Destaca la distinción entre Iglesia docente que enseña (obispos y sacerdotes) e Iglesia dicente (los laicos) que se somete y aprende.
+El concilio terminó por afirmar que, antes que la eclesiología jurídica está la eclesiología de comunión, que da sentido, significación y alcance tanto al ser mismo de la Iglesia como a su actuación en el mundo.
Opinión personal: Era ya muy notorio que una Iglesia institucional llena de dogmas y leyes se viera con gran sospecha si favorecía de tal modo una mayor comunión entre los fieles. Creo que lo primero para lo que nos llamó Jesús fue para anunciar el reino, él mismo dijo que nos amemos unos a otros pues sería el sello distintivo de que somos sus discípulos. Una Iglesia jurídica y autoritativa que sólo ve el mundo desde sí misma poco alienta una vivencia del reino y una experiencia de fraternidad en el amor a la que nos llamó Jesús.
Iglesia hoy: Desgraciadamente todavía se adolece de una búsqueda de refugio en la autoridad y las leyes, es decir, lo institucional se sobrepone a la comunión, a la vivencia del carisma por el reino. Hay unos que detentan el poder de enseñar mientras que a otros sólo les queda obedecer. Incluso podemos verlo en parroquias donde el sacerdote es cada vez más sacramentalista y juricista. Esto explica por qué a los fieles cada vez más les parece la Iglesia un ente extraño donde no se ven involucrados o que no da respuesta a sus anhelos profundos.
3. La genialidad profética de Juan XXIII.
+Convoca a un concilio no para repetir afirmaciones teológicas tradicionales, sino para formular la doctrina con un carácter pastoral.
+Buscaba que la Iglesia fuera una respuesta a las profundas exigencias de la humanidad.
+Quiso pasar del anatema al diálogo con el mundo moderno, con la cultura y el hoy.
+Todavía, después del concilio, aún se siguen alimentando ciertas ideas clericales del s. XIX.
Opinión personal: Al parecer este ha sido el único Concilio que se ha convocado para dar respuestas a los tiempos presentes, por dar mejor atención pastoral. Atrás quedan los anatemas y las formulaciones dogmáticas que tan sólo hacían ver el poder institucional rígido y autoritario.
Iglesia hoy: Nuestra Iglesia requiere pastores, no legalistas, que vivan la fe y dando testimonio de ella, no que la formulen bajo dogmas incomprensibles para el pueblo. Todavía falta mucho por bajarnos de la nube clericalista para que haya auténtico sentir y caminar con el pueblo como el pastor tras sus ovejas.
4. El diálogo con el mundo moderno.
+El concilio no quiso una Iglesia encerrada en sí misma, en sus asuntos internos, sino abierta al diálogo con el mundo, con la sociedad y la cultura actual.
+Según GS 1 la Iglesia es comunidad de creyentes que se sienten solidarios de los gozos y esperanzas de todas las personas, especialmente de quienes la pasan mal.
+En GS 21,5 la Iglesia ve con buenos ojos el diálogo con los ateos, para escucharlos y aprender de ellos, así como para dejarse interpelar por ellos.
+La Iglesia ha de estar dispuesta a escuchar, a aprender lo que pasa en el mundo, en cada situación particular de la vida, de la historia, de la cultura y de la sociedad.
Opinión personal: El diálogo implica ya de entrado reconocimiento del aporte de los demás, incluso de quienes piensan distinto de uno. Y es que, cuando se tiene detrás una tradición de dos mil años, fácilmente se cae en la tentación de saberlo todo, o de ser únicos poseedores de la verdad. La Iglesia, hasta entonces de espaldas al mundo moderno, desde el s. XIX cuando condenaba el modernismo, siempre se mostró reacia a movimientos que pusieran en crítica tantos sus postulados doctrinales como su moral, alzándose como la única directora de la sociedad, cuyo culmen llegó en el dogma de la infalibilidad del Papa en el Concilio Vaticano I, abrogándose con ello el derecho de ser la única entidad, bajo su máximo representante, el Sumo Pontífice, de emitir verdades infalibles. Fue un buen acierto de Juan XXIII de hacer de lado tanta autoridad para bajarse a dialogar y a conocer un mundo que ya sobrepasaba la Iglesia.
Iglesia hoy: No podemos minimizar los avances que hoy día en materia de diálogo la Iglesia ha establecido con instancias extraeclesiales: la ciencia, mundo ateo, estados laicos. Además ha fungido como mediadora en conflictos haciendo llamados a la paz, aveces con éxito y otras veces no tanto. Nos queda a nosotros, los cristianos, hijos de esta Iglesia fomentar el diálogo a todos los niveles, mostrando apertura a las diferencias, a sabiendas que el espíritu no es monopolio de la Iglesia y que sopla en todas partes, por tal razón, también podemos aprender de los demás con humildad.
5. El debate determinante.
+Hablar de la Iglesia como comunión de personas en un mismo misterio no trajo el mayor problema, sí cuando se habló de la estructura de gobierno, del reparto de poder, de los ministerios, de la función del Papa y de los obispos.
+Otra pregunta inquietante: ¿la estructura fundamental en la Iglesia es sacramental o jurídica?. Dar respuesta a esto significa aclarar lo que es la Iglesia, su organización de gobierno y su forma de hacer presencia en la sociedad.
+Si es sacramental se parecerá a aquella comunidad anunciadora del reino que fundó Jesús. Si es jurídica parecerá una institución de poder con aire autoritario, pues la ley estará a favor de afirmar el poder de los que mandan en vez de favorecer los derechos de los que obedecen.
Opinión personal: Al parecer es más fácil llegar a acuerdos teológicos que a acuerdos prácticos. Pero, hay inconsecuencia si se dice que la Iglesia es sacramento de comunión (estructura sacramental) cuando en realidad el poder lo detentan unos cuantos, en especial el Papa (estructura jurídica). El sacramento nos pone en camino como pueblo unido, anunciador del reino, mientras que lo jurídico favorece más lo institucional y lo jerárquico. De prevalecer esto último, tenemos que aún se fomenta el clericalismo en detrimento de los laicos.
Iglesia hoy: El giro que pretendió dar la Iglesia del Concilio poniendo la jerarquía en función de los fieles, tal parece que ha quedado en el olvido. Incluso, los propios obispos en sus iglesias locales han visto menguado su poder de decisión esperando en todo el visto bueno de Roma. El debate determinante era menguar el poder jurídico ante la Iglesia de comunión. Sin embargo, hoy por hoy no faltan el surgimiento de movimientos conservadores por retornar a la Iglesia preconciliar.
6. La Iglesia que quiso el concilio.
+El concilio pensó una Iglesia donde se realizaran y se hicieran presentes tres grandes ideas: comunión, sacramento y pueblo de Dios.
1. Comunión: se funda en la Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) comunión perfecta. La unidad se entiende como igualdad, donde las diferencias están en función de la igualdad.
2. Sacramento: LG 1 dice: “La Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano”. En consecuencia, la Iglesia es fiel al concilio cuando lucha por los derechos de las personas y su dignidad, cuando denuncia lo que rompe la unidad entre todos; pero es infiel cuando se organiza y funciona de modo que en la práctica la unidad e igualdad todos se torna imposible.
3. Pueblo de Dios: novedad del concilio fue decir que todos los cristianos, desde el Papa hasta el último fiel, ante Dios son iguales, de una misma condición participan.
· Su razón teológica es que los bautizados participan de un sacerdocio común a todo el pueblo de Dios. Primero va el sacerdocio existencial común a todos los fieles, luego va el sacerdocio ritual propio de quienes reciben el orden.
· La infalibilidad del Papa, según mucho teólogos, es en representación de todo el pueblo de Dios, la Iglesia, que es infalible.
Opinión personal: La idea del Concilio de enfatizar la vertientes: comunión, sacramento y pueblo de Dios nos da a entender la Iglesia que se quería: ser un signo preclaro y concreto de unión perfecta hacia dentro, y, hacia fuera, ser un signo de comunión con Dios y son todo el género humano. Las diferencias y las posiciones más que obstáculos son reconocidas en su riqueza y están incluidas en función de la unidad de la Iglesia.
Iglesia hoy: La comunión ha quedado relegada al plano teológico y se echa mano de ella para fundamentar teorías abstractas que hoy día poco convencen. El sacramento como signo de unión y de sensibilidad por la caridad fraterna es una tarea ardua que requiere hoy más que nunca de verdaderos profetas por presentar una Iglesia que defienda los derechos del pobre y desvalido y conteste enérgicamente toda clase de injusticia, lo que requerirá de parte de nosotros renunciar a toda comodidad, la cual muchas veces nos hace ciegos e insensibles por lucha por un mundo más humano, fraterno y unido. El pueblo de Dios ha venido a quedar en un solo concepto por cuanto aún existe la resistencia por considerar seriamente el sacerdocio de los fieles, haciendo dudar a los fieles de tal categoría, o bien, considerándoselos según la conveniencia para que ocupen parroquias o funciones de menor relevancia que nadie quiere.
7. Teología de la Iglesia y organización de la Iglesia.
+Los obispos del concilio tenían el convencimiento que renovando la teología se renovaba verdaderamente la Iglesia; pero, la Iglesia no se renueva por el sólo hecho de renovar su teología. La Iglesia se renueva si, además de la teología, se renueva también su organización.
+De nada sirve una eclesiología renovada y avanzada si se persiste con un derecho canónico tradicional y conservador que favorece la concentración del poder en la jerarquía.
+En la práctica organizativa a nivel universal el poder se centra en el Papa, y a nivel local en el obispo. El descentramiento aún no se ha dado.
+Un tema muy importante es el papel de la curia romana en el gobierno de la Iglesia. Según el decreto Christus Dominus (9-10) la curia realiza su labor en nombre del Papa y con la autoridad del Papa.
+Resulta sorprendente que, siendo las curia quien decide los asuntos más graves en el gobierno de la Iglesia, el derecho canónico tan sólo le dedica un canon, el 360, quedando su reglamentación poco clara y desconocida para la mayor parte de los católicos.
+La Iglesia ha venido a organizarse de tal modo que ha concentrado el poder en un solo hombre, el Papa. No hay apelación contra decreto o sentencia del Papa (canon 333) y el canon 1404 afirma que la primera sede (el Papa) no puede ser juzgada por nadie, lo que lleva a pensar, que tal organización obedece a una monarquía absoluta.
+La Iglesia con una organización jerárquica como hemos visto, verá las ideas por un sitio y la realidad de la vida por otro; por ejemplo, la idea teológica del pueblo de Dios es lo primero, pero, en la realidad de la vida, lo primero sigue siendo el poder jerárquico.
Opinión personal: Poco aprovecha que en materia teológica se llegue al acuerdo de que somos una Iglesia de comunión, de pueblo unido, cuando la organización se vive de otro modo por cuanto favorece más lo jurídico, lo institucional y lo jerárquico. En efecto, como se indicaba arriba, si se persiste en un derecho canónico conservador que favorece la jerarquía ¿qué razón de ser tiene las innovaciones?.
Iglesia hoy: Caso especial merece la curia, si como se dice, es apoyo del Papa, merece una mayor explicación su naturaleza, ya sea en el Derecho canónico o en otros documentos eclesiales concernientes al caso. Su existencia puede ejercer tal poder que en efecto, puede coartar el poder de los demás obispos rompiendo con ello la colegialidad. Es una realidad que la organización de la Iglesia hoy obedece a una monarquía absoluta por cuento el Papa detenta un poder exclusivo de acción sin llegar a ser criticado por nadie, pues la misma legislación eclesial le protege. Así, ¿cómo puede vivirse la colegialidad tan soñada? No olvidemos que el oficio de atar y desatar dado a Pedro (Mt 16,19) fue dado también al Colegio de los apóstoles unido a su cabeza (Mt 18,18; 28, 16-20).
8. Una sociedad jerárquicamente ordenada.
+El problema no está tanto en la organización de la Iglesia, sino en cómo entender la estructura misma de la Iglesia.
+Dicen los teólogos que la “estructura” es la constitución jerárquica de la Iglesia por cuanto da cohesión y unidad al pueblo de Dios; mientras que, la “organización” (lo jurídico) es la forma concreta como la Iglesia funciona y aparece en cada momento y en cada situación.
+Si la organización cambia según los intereses de la estructura central, es porque esa estructura puede organizar las cosas a su conveniencia.
+ Según LG 21,3, la estructura, es decir, el episcopado es la plenitud del sacramento del orden. Esto significa que el episcopado tiene una base sacramental y no solo jurídica aunque tal parece que se pone más en ejercicio no lo primero, sino lo segundo.
+La teología del sacramento del orden tiene por esencia el poder de consagrar el cuerpo de Cristo. En ésto no hay diferencia entre el presbítero y el obispo.
+¿Qué constituye al obispo como tal? El episcopado no es parte del sacramento del orden, sino una dignidad, una carga añadida al sacerdocio, es decir, la potestad de jurisdicción.
+¿De dónde proviene tal potestad? Unos decían que de Dios, con lo que el obispo se diferenciaba del simple sacerdote, pero la mayoría decía que la potestad la otorgaba el Papa. +Los obispos han de actuar en comunión con el Papa, pero ¿cómo se practica tal comunión? Muchas veces se pasa de lo sacramental a lo jurídico, de lo estructural a lo organizativo. No quedó clara la armonía entre lo sacramental y lo jurídico.
Opinión personal: Voy de acuerdo en que toda sociedad humana ha de estructurarse y organizarse. En esto no veo mal alguno, pues de lo contrario, la anarquía y el caos aparecerían haciendo perecer cualquier sociedad humana. El asunto a entender es ver qué papel se le da a la estructura y en función de qué está la organización. Si tomamos la estructura como la cohesionadora de las partes donde en primer lugar están fincados los jerarcas, por consecuencia, como bien apuntaba Castillo, la organización, es decir, lo jurídico e incluso lo que se entienda por comunión estará subordinado a los intereses de la jerarquía.
Iglesia hoy: Atención especial merece el punto referente a la potestad de jurisdicción que el obispo recibe como dignidad conferida a su orden. Si se entiende que lo recibe de Dios, el obispo podría actuar con mayor libertad en su Iglesia local dado que también tiene el poder de atar y desatar, así como el de enseñar (Mt 18,18; 28, 16-20), sin estar supeditado a tener qué consultar un jefe máximo como es el Papa. Pero, si se dice que tal potestad se la otorga el Papa al obispo, se sigue fomentando una Iglesia de monarquía absoluta donde el poder está centrado en un solo hombre, como todavía hoy lo podemos ver. Con Castillo pregunto, si esta última idea prevalece ¿dónde quedó la comunión apostólica? Efectivamente, lo jurídico aún prevalece sobre lo sacramental, no se ha dado todavía un equilibrio entre las partes.
Conclusión
Castillo nos ofreció una visión crítica de la estructura de la Iglesia y de su organización, que tal como está, muchas de las veces obstaculiza el encuentro con Dios en vez de fomentarlo. Una Iglesia donde, por una parte habla de comunión y de Pueblo de Dios, y que por otra parte, en la practica, mantiene una organización legislativa que favorece el poder jerárquico y que impide la vivencia de la comunión plena entre todos los miembros de la Iglesia.
Reconozco que me falta todavía conocer mucho del Concilio Vaticano II. Su estudio me acerca un poco a descubrir su intención de presentar una Iglesia más pastoralista, dialogante, pueblo de Dios, y sacramento de unión con Dios y los hombres. Ahora que no faltan algunas voces que se alzan pidiendo un nuevo concilio, mientras que otras buscan retornar a formar preconciliares, creo que primero habría qué conocer y agotar a fondo las riquezas que el mismo Vaticano II nos ofrece.
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